lunes, 25 de mayo de 2009

Enanos de jardín, de las minas de Turquía a las salas de un museo

Los enanos de jardín son menos que mascotas pero más que juguetes. Sus dueños les tienen un cariño muy particular. A los que están expuestos en el Museo de la Ciudad, les dejan mensajes: "Luisito, volvé que te extrañamos". O le dicen al director del museo, Eduardo Vázquez: "Avisame si llora, que lo vengo a buscar". A mitad de noviembre pasado, el Museo de la Ciudad inauguró Duendes, gnomos y demás adornos de jardín, una muestra con enanos de yeso, escayola o cerámica que unos miran con horror y otros con ternura. La intención del Museo es homenajear con ellos a los jardines de la ciudad y a este culto tan especial.

El director confiesa que al principio contaban sólo con tres enanos y un Pinocho. Así que se les ocurrió hacer una convocatoria a través de la página del museo y tuvieron una avalancha de gente que quiso participar. Muchos trajeron los enanos que coleccionaban o los que animaban sus casas. Así reunieron 200 ejemplares, aunque la palabra ejemplares no sea la exacta para denominarlos.

Por lo que se sabe -que es muy poco- la moda de poner enanos en el jardín viene de Alemania, se industrializó en 1874, gracias a Phillipe Griebel, fabricante de cerámica de Grafferonda, y fue furor durante el siglo siguiente. Buenos Aires se plegó a la moda y se agregaron piezas como Pinochos, Patos Donald, Blancanieves, Caperucita, sapos, cisnes y hasta un Topo Gigio. Ahora están de moda los negritos de jardín, unos muchachitos de color que parecen sacados de La Cabaña del Tío Tom y que ostentan cestas y regaderas.

Según la superstición, los enanos del jardín cuidan y protegen de los ladrones. Tienen un origen más bien patético: los turcos reclutaban pigmeos para trabajar en las minas. Para que fueran vistos a la distancia en semejante oscuridad, los vestían con ropas llamativas y bonetes rojos. Luego se supuso que los enanos estaban relacionados mágicamente con la tierra. Para protegerse de poderes maléficos, la gente ponía sus figuras como talismanes frente a sus casas.

Por si fuera poco, hace más o menos dos décadas existe en Europa un Frente de Liberación de los Enanos de Jardín que roba los enanos de jardines y los devuelve a los bosques. Dicen que los enanos tienen dentro de sí un alma viviente que ansía regresar a la tierra y que por alguna extraña maldición quedó atrapada en las estatuitas. Una vez secuestrados, el Frente envía fotos trucadas a los dueños, haciéndoles creer que su mascota ha estado viajando por todo el mundo. Son fotos de los enanos junto a monumentos típicos de distintos países, con camisa hawaiana y anteojos negros o con esquís, como las que hacía la protagonista de la película Amélie. A veces, la banda devuelve el enanito al jardín original después de haberlo nutrido de una buena dosis de contacto con la naturaleza.

La asociación que mayor promoción tiene es el FLNJ o Front de Libération des Nains de Jardins, cuya página en la Web es www.flnjfrance.com. Hacia 1997 fueron acusados de la sustraer por lo menos 150 enanos. Dicen ellos: "Debemos proteger a los enanos del abuso y del crimen". En el 2003 el Ayuntamiento de París organizó una muestra que incluía enanos de jardín y el FLNJ liberó 20 enanos y reivindicó su acción con un comunicado a la prensa: "Pedimos el cierre inmediato de esa odiosa exposición y la puesta en libertad sin condiciones de los enanos de jardín que siguen detenidos". En 2006, en Limoges, el FLNJ liberó en un colegio a 86 enanos que luego fueron puestos a disposición de sus dueños gracias al accionar de la policía.

En el 2005, el Frente comenzó a actuar en España, secuestró un Bambi y dos enanos en el pueblo de Hinojedo (Cantabria). Todo llega a nuestro país y el primer caso del que se tiene conocimiento por la prensa fue en Río Grande, Tierra del Fuego. En marzo del 2003 a la señora Susana Martínez unos mal vivientes le hurtaron los enanos de cerámica del jardín. Se desconoce hasta la actualidad el paradero de los mismos.

La muestra en el Museo de la Ciudad sigue hasta febrero y, es de esperar, que ninguno de los enanos sea hurtado. Sus dueños los tratan con inmenso cariño y los echan de menos. El Museo además ilustra la muestra con afiches y propagandas alusivas. En una de la década del 40, cuando la película de Disney Blancanieves los puso de moda, los siete enanos vuelven de la mina y uno de ellos canta: "Después de trabajar, Jabón Rádico de Sales hay que usar". Entre los enanos expuestos está Wilhelm, hecho con pedacitos de azulejo y a quien un chico dejó un dibujo e invitación para ir a su casa. Otro es Clodomiro. Muchos están recostados en el típico hongo, tienen la regadera, el farol. A otros les robaron la carretilla. Tengamos la fiesta en paz: que ya nadie les robe más nada.

Patricia Suárez
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