lunes, 18 de mayo de 2009

"Hoy, la mujer es muy superior al hombre”

Produce un fuerte contraste dialogar con Gary Becker, premio nobel de Economía 1992: su figura endeble y su hablar pausado chocan con lo provocativo de sus ideas. Sirva ésta como ejemplo: “La mujer se convirtió en un ser muy superior al hombre”.

Nacido hace 77 años en un pequeño pueblo minero de Pensilvania, de joven se enamoró de las matemáticas. Es uno de los investigadores que más ayudaron a expandir las fronteras de la economía, por haber sido de los primeros que comenzaron a estudiar temas del comportamiento humano usando herramientas de teoría económica.

Durante décadas, Becker fue resistido y hasta tratado con hostilidad por sus colegas, que no lo consideraban un economista. Mientras tanto, los sociólogos desconfiaban de él justamente porque era un economista.

A comienzos de la década del 50 descubrió, durante un curso de Milton Friedman, que la teoría económica servía para analizar el mundo real. Escribió mucho sobre estos temas en los años 60 y 70. En 1981 publicó un tratado sobre la familia y después se animó a escribir libros de divulgación y columnas periodísticas. En 1992 obtuvo el Nobel por haber extendido el análisis microeconómico a un amplio temario de cuestiones relativas al comportamiento humano. Becker está casado con Guity Nashat, una historiadora dedicada a temas de Medio Oriente. Se desempeña en la Universidad de Chicago. Vino por tercera vez al país, en este caso para brindar una conferencia sobre drogas y crimen en el Laboratorio de Investigaciones sobre Crimen (Licip) de la Universidad Torcuato Di Tella. Se encontró con el ministro Aníbal Fernández, con quien habló animadamente sobre seguridad.

-Durante mucho tiempo usted fue ignorado por sus colegas economistas. ¿Ha cambiado la opinión de ellos sobre su trabajo?

-Absolutamente. Los economistas jóvenes están incursionando cada vez más en este tipo de temas. Ya no soy ignorado. He tenido mucho reconocimiento y muchos premios últimamente.

-Usted ha sido pionero en el estudio de cuestiones aparentemente no económicas. ¿Por qué decidió investigar sobre esos temas?

-Porque comprendí que las herramientas de los economistas son escasas o malas para discutir problemas relacionados con familia, minorías, educación, crimen, altruismo, discriminación, adicciones, etc. Cuanto más trabajaba más me convencía de que estaba en lo correcto.

-¿Qué quiso entender al estudiar temas relacionados con la familia?

-La familia es la clave para el desarrollo de la humanidad. Si repasamos la historia, en los últimos 50 años hemos visto los cambios más radicales en la familia: altas tasas de divorcios, cada vez menos hijos, padres que no viven con sus hijos, el nuevo papel de la mujer, entre otros. Las mujeres están cada vez mejor educadas. Tienen menos hijos y, por consiguiente, más tiempo para ellas. Ya no pasan su vida criando niños: ahora trabajan. El mercado aprecia las habilidades de las mujeres, el conocimiento, y no la fuerza. En muchos países, como los Estados Unidos, más mujeres van a la universidad y obtienen mejores resultados. Se convirtieron en seres superiores al hombre.

-Usted ha investigado por qué nos casamos y nos separamos. ¿Qué descubrió?

-Descubrí que la gente tiende a casarse con gente como ella. La gente más educada busca gente educada, gente con pasado de riqueza busca gente de familias ricas... En general, la gente pobre se casa con gente pobre. Y esto ocurre porque el matrimonio es, en términos generales, una sociedad entre marido y mujer para reproducirse a través de los hijos. Y, en general, se divorcian porque la persona elegida no era lo que esperaban.

-¿No van estas tendencias contra la igualdad?

-Sí, claro. Platón dijo que era malo que los ricos fueran cerrados y que se debía hacer algo para forzarlos a mezclarse. ¿Se imaginan una intervención para decirle a la gente con quién casarse? Por supuesto que es un factor que genera desigualdad, pero aumenta la eficiencia

-¿Cómo es eso?

-La razón por la que los ricos se casan con ricos es que de esa manera pueden conseguir un ingreso adicional. Y ésa es una fuerza determinada por la eficiencia. Un matrimonio así, en principio, genera más riqueza.

-Siguiendo con la familia, ¿por qué decidimos tener más o menos hijos?

-La cantidad de hijos por familia viene bajando fuertemente. Hay dos razones. Una es la suba en el valor del tiempo de las madres, especialmente el de las más educadas. La otra, que en una economía moderna como la actual se busca tener chicos mucho más educados, mejor entrenados, y eso cuesta dinero. Si se tiene un montón de hijos, se hace difícil. Los padres se están decidiendo por tener menos hijos para invertir más en cada hijo.

-En un trabajo usted argumenta que la medida habitual de desigualdad, el ingreso, debería ser complementada con otras, como la esperanza de vida. ¿Cómo es eso?

-Analizamos casi cien países y encontramos que la desigualdad seguía alta según los ingresos, pero que bajaba fuertemente según la esperanza de vida, porque los países pobres avanzaban más rápidamente en ese aspecto. La razón es que muchas tecnologías y medicinas descubiertas en los países ricos, debido a la globalización y al comercio, empezaron a llegar a los países pobres, desde la penicilina hasta la mejora en el tratamiento de residuos y el acceso al agua limpia.

-¿Por qué afirma usted que se necesita un mercado en lugar de la donación de órganos tradicional?

-Es que el actual sistema no funciona. Hay órganos disponibles y gente que los necesita, pero no se encuentran. Hay personas que esperan tres y cinco años. Establecer un mercado de órganos podría ser muy útil para la gente que necesita un trasplante. Hoy son duramente castigados por el sistema.

-Pero sólo algunos podrían pagar los órganos. ¿Y los pobres?

-El gobierno podría pagar por ellos. Usar los subsidios, como ocurre con muchos otros bienes y servicios.

-En la Argentina tenemos un enorme problema de accidentes de tránsito. ¿Qué se puede hacer para mejorar la conducta de los automovilistas?

-Se debería castigar muy duramente, por ejemplo, a los que conduzcan borrachos. Cobrarles multas e impuestos y hasta ponerlos en prisión. Creo que es una buena solución para ese problema.

-¿Y con la evasión impositiva?

-Impuestos sencillos y bajos. Esa es la forma de reducir la evasión. Yo creo que todos querrían pagar si les cobraran 20 centavos por cada dólar que ganan, y no 30, 40 o hasta 50, como ocurre en los países escandinavos.

-¿Cómo se combate la inseguridad?

-Es muy difícil combatir el crimen. No soy muy optimista respecto de si se podrá ganar esa pelea. No me refiero a la Argentina solamente, sino a los Estados Unidos y, en general, a todos los países. Hay que pensar alternativas.

-¿Como cuáles?

-Como la legalización de las drogas. Yo empezaría con las drogas más fáciles, como la marihuana, y luego iría viendo si se avanza y empezaría a expandirlo al resto de las drogas. Eso es lo que haría.

-Dos preguntas de actualidad. ¿Cómo será la economía en 2008? ¿Está su país en riesgo de recesión?

-Puede ser. El riesgo es de una recesión leve, no muy seria, pero recesión al fin, entendida como un crecimiento mucho más lento. 2008 no será tan bueno como 2002 o 2003, pero soy optimista.

-¿Qué sabe de la economía argentina?

-No soy un experto, pero mi impresión es que la recuperación ha sido muy importante en los últimos años y hay que darle crédito al Gobierno por eso. Por otro lado, me preocupa el control de precios y que el mercado de trabajo no sea suficientemente libre. Es por eso que el desempleo sigue en torno del nueve por ciento. Creo que el crecimiento costará más de ahora en adelante, a diferencia de lo que ocurrió en la salida de la crisis.

Diego Valenzuela
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