lunes, 29 de junio de 2009

Un grito de corazón

“Ser puto es una cuestión de clase”, aseguran Pablo Ayala y Pablo Lucero desde La Matanza. El año pasado, Ayala recorrió intensamente el conurbano porque fue candidato a intendente matancero para la lista que encabezaba Pino Solanas. No ganó, pero en noviembre, la Marcha del Orgullo Glttb sumó una bandera más: la agrupación Putos Peronistas de La Matanza. Detrás marcharon empleados de call center, peluqueros, costureros, porteros, docentes. Por azar, todos tenían entre 20 y 30 años. Por convicción, todos eran “peronistas de Eva y Perón”.

“Representamos al puto pobre, al homosexual de barrio que no puede acceder a condiciones de vida dignas, salud, educación y trabajo”, explica Ayala, de 30 años, portero de una escuela y músico. Lucero, de 27 años, mendocino, y estudiante en un profesorado de idiomas, cree que “las organizaciones en defensa de la diversidad no tienen en cuenta que el lugar de donde venís puede definirte como persona”. Y ejemplifica: “Acá, en el conurbano, la policía mete preso a cualquier chico y no queda claro si lo hace porque lo ve morocho, por maricón o porque el pibe no vive en el centro de Capital Federal, donde a los putos no los agarran de las pestañas”.

Frase fundadora de PP: “El puto es peronista y el gay es gorila”. La palabra “puto”, entonces, está atravesada por historias de vida, deseos, conflictos que se parecen en muchos casos. Sin embargo, hay una línea para esta organización que divide las aguas y se transforma en definición ideológica, que contiene a todos y a cada uno: “Somos peronistas —afirman los dos Pablos—, la identidad política de los desposeídos de nuestra tierra”. Y aclaran: “No somos un grupito gay porque la única minoría en este país es la oligarquía”.

Ignoran si Néstor o Cristina están enterados de la existencia de PP, pero creen que, de estarlo, apoyarían la causa. Tampoco están seguros sobre lo que pensaría el General, aunque se trata, en definitiva, de una apuesta a la expansión del movimiento. Reivindican a Paco Jamandreu, el modisto de Eva; a Néstor Perlongher, que transformó en poesía la mística peronista en los ’70, y “a todos los putos militantes que debieron esconderse por la homofobia de la época, que no era sólo patrimonio del peronismo”.

Durante este mes, sin fecha cierta, PP realizará el Primer Congreso de Homosexuales Peronistas. El objetivo de mínima: encontrarse con compañeros (y también compañeras lesbianas, travestis o trans). El de máxima: ser reconocidos como una nueva rama interna del justicialismo. o

Todos aquellos compañeros, invitan, que se sientan identificados con nuestras consignas a sumarse a esta utopía que echamos a rodar para que de una vez por todas reine en el pueblo el amor y la igualdad, pueden escribir a: prensadoblepe@yahoo.com.ar

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Casa de muñecas

Desde que egresaron de la escuela de arte Arnhem, en la temporada 1993, los holandeses Viktor Horsting y Rolf Snoeren desarrollaron ropas y conceptos irónicos sobre el mundo de la moda en galerías y museos. Sus acciones remiten a maniquíes acuchillados y otros literalmente ahorcados por lazos de satén, panfletos en contra de las supermodelos, la puesta en miniatura de una hipotética tienda V&R y un perfume sin olor envasado dentro de una botella símil Chanel Nº 5 imposible de destapar –y que aun así vendió las 200 unidades de su edición limitada–, a la que años más tarde reemplazaron con una fragancia real llamada Flower Bomb.

En julio de 1999, anticipando los preceptos para el invierno 2000, decidieron mostrar su colección en el cuerpo de una sola modelo: Maggie Rizer. Mientras permanecía parada en un pedestal, sobre su cuerpo superpusieron vestidos y abrigos bordados en finos cristales, como si se tratara de una muñeca rusa. Cuando no estaban en condiciones de gastar en frivolidades, tuvieron el tino de autoproclamarse “Viktor & Rolf de huelga”, y distribuyeron un planfleto temático y piquetero entre los editores de moda de París y Nueva York. Luego, a modo de silueta anticipatoria de lo que sería la estética en 2000, dibujaron una rara tipología a la que denominaron “Atomic Bomb Shape”: trajes de chaqueta y pantalón cuyos exteriores recordaban los trajes de arlequín. El dramatismo se acrecentó con la colección “Black Hole” –Agujero Negro–, presentada en el Museo de Arte Decorativo de París en marzo de 2001, ocasión para la cual V&R pintaron sus caras de negro con el mismo betún chic que el eximio maquillador Stephane Marais destinó a embadurnar rostros, cuellos y extremidades de las modelos.

Para la celebración de la colección invierno 2003 –que se presentó en un parque industrial de París–, la actriz Tilda Swinton transitó la pasarela vestida en traje negro, camisa con corbata blanca y variaciones de camisas con hasta ocho cuellos superpuestos, que le dieron un aire más andrógino que los trajes que usó en el film Orlando. Al cierre del curioso desfile, posó rodeada de dieciséis modelos que, mediante indumentarias, maquillajes y artes capilares –todas con el pelo rojo–, habían sido lookeadas a su imagen y semejanza. Entre sus pasarelas más recientes, hubo actuaciones en vivo del dandy Rufus Wainraight, cuerpos de modelos sujetas a tubos metálicos y también una colección denominada “No” en la cual la negación emergió impresa en las solapas de los trajes, el maquillaje de los ojos de las modelos y los accesorios.

La última provocación de los más modernos de la modernidad de la moda remite a la inauguración en Londres, precisamente en el Barbican Art Gallery, de “The House of Viktor and Rolf”: una muestra que recrea todas esas estéticas en modelos de porcelana de 65 cms de altura, pero también en simulacros de maniquíes de 1.80 –y con cara de porcelana–. La exhibición, que permanecerá hasta el 21 de septiembre, remite a una casa de muñecas dentro de otra casa para maniquíes y fue diseñada por el arquitecto Siebe Testero –el mismo que en 2005 ideó una tienda de Milán que pregona el mundo del revés, porque el techo está en el suelo y viceversa–. Ah, y entre esos ejes se exhiben las prendas de cada nueva colección.

“Estamos ubicando a los principales actores de nuestra última colección: son cincuenta y cinco muñecas que usan réplicas exactas de nuestros trajes más conocidos e icónicos, la realización de cada muñeca lleva tres semanas y nuestro atelier de moda está consagrado a vestirlas desde octubre de 2007. En Bélgica encontramos a una eminencia de las muñecas de porcelana llamado B. Terrie; cada pieza ideada por él fue una réplica con cuerpo de papel maché y caras de porcelana de piezas francesas y alemanas del 1800. Las muñecas de moda fueron las primeras modelos, los costureros de entonces las usaban para difundir sus nuevas creaciones entre consumidoras de alta costura de distintos países, eran las muñecas quienes viajaban en barco divulgando las novedades de moda de París por el mundo, así luego se hacían los encargos a medida”, enunciaron Viktor Horsting y Rolf Snoeren desde su diario íntimo y blog la semana pasada, en The New York Times.

Sobre su apuesta por las miniaturas para mostrar moda señalaron también que “el maquillaje de las modelos de porcelana requirió de varias pruebas de ensayo y error, cada una lleva aproximadamente siete capas, y ellas demandaban 30 minutos de pintura con técnica similares a las de témperas. Claro que algunos colores requirieron de temperaturas más altas para fijarse. Cada una fue sellada con su número de edición, la firma del experto, la temporada a la que corresponde cada traje y el nombre del modelo en cuestión, derivado de la modelo que la usó en pasarela”. Advierten, además, que la inspiración en miniaturas comenzó en 1996, en una instalación llamada “Launch”, que –en palabras de los creadores– “fue una consecuencia de nuestra frustración ante la imposibilidad de financiar colecciones. Recurrimos a una instalación de moda y arte con maquetas que representaban nuestros ideales de moda: un desfile, una boutique y un perfume en miniatura, que con el transcurso de los años se volvieron realidad”.

Volviendo a la casa de extrañas muñecas a la moda que exhibe la galería Barbican (y que celebra un libro editado para la ocasión y también una edición limitada de pañuelos y perfumes), el espectador se puede encontrar con el modelo “Susana” –luce pantalón blanco y camisa con volados al tono, de la colección 2002–, la muñeca y modelo “Tiur”, quien ostenta un vestidito de raso blanco símil acolchado grasa –con la frase “Te amo” bordada en rojo– y pelo carré rojo (pertenece a la colección de 2005 llamada “Historias a la hora de la cama”, en la cual las modelos llevaban las almohadas literalmente pegadas al cuerpo). También integran el imaginario de moda en miniatura la muñeca modelo “Devon”, con carita negra, una emblemática de la colección “Agujero Negro” y las muñecas Tilda y Erin, clones de Swinton y de la modelo Erin O’Connor.

Como correlato visual y documental de moda, al fondo de la pasarela de muñecas de 1.80m –la altura real para modelos–, a modo de loop se proyectan fragmentos de los diversos desfiles con cuerpos reales y extraños ardides de Viktor y Rolf... y los padres de las extrañas criaturas, con curioso parecido físico entre ellos, se desplazan entre las miniaturas a la que calificaron “una versión Viktor and Rolf de Alicia en el País de las Maravillas”.

Victoria Lescano
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Noches de amor

My Blueberry Nights, mi primera película hablada en inglés, es la historia de una joven que toma el camino más largo para cruzar la calle hacia el verdadero amor. Para comprender mejor cómo debía ella viajar de un océano al otro, yo también hice ese viaje, no una sino tres veces: tres diferentes caminos desde Nueva York hasta Santa Mónica. Cada viaje duró alrededor de diez días. Junto a mi director de fotografía, el jefe de locaciones y el encargado de la producción, manejamos al menos quince horas por jornada. La experiencia fue intensa pero memorable. Kilómetro tras kilómetro, la vista desde mi ventanilla y la música del estéreo se sincronizaban de maneras inesperadas para darme un primer atisbo del paisaje del corazón de Elizabeth, la protagonista de la película. Aquellos viajes no sólo dieron forma a My Blueberry Nights, sino también a su banda sonora.

The greatest

Antes del primer viaje, compré un montón de discos en el Tower Records de Broadway, en Nueva York. El que se destacó claramente del lote fue The Greatest, de Cat Power. Siempre encontré la voz de Chan Marshall extremadamente evocativa, y The Greatest acababa de ser editado con grandes elogios. El disco sonó en el estéreo durante muchas horas. Cuando alcanzamos el Pacífico en ese primer viaje, sabía que la canción “The Greatest”, que bautizaba el álbum, debía aparecer en la película. Chan visitó el set de filmación en el verano del 2006. Nos llevamos muy bien, así que enseguida empecé a bromear con que debía interpretar a la ex novia de Jeremy (Jude Law), un personaje que todavía ni siquiera estaba escrito. Llegó el invierno y Chan volvió a visitar el set, esta vez frente a la cámara, actuando el papel sobre el que habíamos bromeado: un sueño vuelto realidad.

Harvest moon

Durante nuestros viajes tomamos miles de fotos. Las compilé para un show de diapositivas con Norah Jones y Casandra Wilson versionando “Harvest Moon” de Neil Young como música de fondo. Esperaba que eso ayudase a Norah para entrar en personaje, disparando emociones, recuerdos y pensamientos. En otras palabras: memorias de un viaje que aún no había realizado. Suelo poner música en el set para establecer el clima. El del día que filmamos a Elizabeth llorando en el café Kyluch fue algo tenso. Para cualquier actor, llorar a pedido no es algo sencillo, y para colmo aún era la primera semana de su carrera como actriz dramática. Así que le propuse a Norah que eligiese la música. Cuando las cámaras empezaron a rodar, comenzó a escucharse la familiar introducción del sonido de los grillos y la suave voz de Cassandra Wilson. No estoy seguro de lo que esta canción significaba para Norah, pero comenzaba a llorar toma tras toma.

Ry Cooder

Una buena colaboración con un compositor es algo preciado, porque ningún lenguaje puede describir la música. Ry Cooder y yo nos comunicamos a través de imágenes. Le mandaba un corte en bruto, y él me lo devolvía con música que le correspondía. Reeditaba imagen y música, y se lo volvía a enviar. Este interminable ciclo de creatividad fue la poco deseada consecuencia de nuestras agendas ocupadas, pero resultó ser la manera más directa para intercambiar ideas con Ry. Parte de la magia de su música viene de su inigualable equipo. Joachim, su hijo, provee el corazón del sonido de tambor, y el padre se encarga del alma de guitarra. El tercer miembro honorario de la familia es Martin, su productor y también compositor del tema “Bus Ride”, uno de los que interpreta Cooder en la película. Ry conoce el viaje de Elizabeth mejor que yo. Habiendo atravesado ese paisaje muchas veces durante todos sus años de gira, sumó sus veteranos ojos y orejas al film.

Pájaros

La música juega una parte en todos los aspectos de la producción, tanto antes como después. Mientras realizaba el montaje, hice uso de la música de Gustavo Santaolalla como temporal banda de sonido para el capítulo ambientado en el estado de Nevada. Traté de convencerlo para que se encargase de parte de la música incidental, pero desafortunadamente nuestras agendas nunca coincidieron. Pero, a pesar de su calendario completo, Gustavo alcanzó a componer la encantadora “Pájaros”.

La historia

Filmamos primero en Las Vegas. Norah llegó en avión con muy poco equipaje, salvo un gran estuche de guitarra. Se imaginó que dispondría de mucho tiempo libre en el set para tocar y componer. Pasaron varias semanas de días y noches de rodaje casi sin parar y, aunque mi cuarto de hotel estaba apenas a unas puertas de distancia del suyo, me di cuenta de que nunca había escuchado esa guitarra. Sin embargo, cerca del final del rodaje, Norah se me acercó con un disco con el tema “The Story”, su experiencia durante el rodaje contenida en una sola canción. Aunque ambos dudábamos ante el hecho de poner su música en la película, cuanto más escuchaba, menos me podía resistir a combinar en una sola historia la experiencia detrás de cámara de Norah con el drama frente a las cámaras de Elizabeth, su personaje.

El tema de Yumeji

En 1990, Shigeru Umebayashi compuso “Yumeji’s Theme” para la película japonesa Yumeji, dirigida por el renombrado Seijun Suzuki. Diez años más tarde, la incluí en mi película Con ánimo de amar, y fue un gran suceso. Una década después de su primera edición, “Yumeji’s Theme” finalmente alcanzó la popularidad que se merecía. En 2001, me invitaron a dar una Clase Maestra en Cannes. Allí fue donde estrené un cortometraje cuya intención original era ser el primer capítulo de Con ánimo de amar. La historia estaba ambientada en Hong Kong, pero en el presente, y trataba de un empleado de una tienda y un misterioso cliente obsesionado con una torta. Convencí a Umebayashi que compusiese una versión contemporánea de “Yumeji’s Theme”, y respondió con una versión igualmente hermosa en armónica. En 2006 desarrollé aquel corto hasta completar un largometraje. Los personajes eran los mismos, pero la historia estaba ambientada en Norteamérica. Ese largo se llama My Blueberry Nights. Cuando Elizabeth llora en ese café neoyorquino, se escucha “Yumeji’s Theme (Harmonic version)”, completando el círculo de su larga historia.

Wong Kar Wai
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El jardín de cerebros que se bifurcan

Fieles al estilo de los artículos que competen a esta disciplina, podríamos empezar citando uno de sus casos pioneros: el del mentado señor “Tan”. Se trata de un hombre apellidado Lebourgne, que llegó al Hospital de Bicêtre a fines del siglo XVIII por ser casi mudo, tanto que sólo podía repetir el monosílabo “tan”, que se convirtió en su apodo dentro del hospital. Tan, sin embargo, comprendía lo que le decían, y contestaba enérgicamente, a su modo. Conectado con su contexto, logró que a pesar de su corta producción verbal se lo conociera como una persona “de carácter difícil”. Las cosas fueron empeorando para él a lo largo de los años, y a sus dificultades se le sumaron una parálisis del brazo y luego de la pierna, que más tarde se convirtió en una infección generalizada y letal.

Este es el caso más famoso del doctor Paul Broca, que estudió el cerebro de Lebourgne luego de su muerte y encontró una lesión localizada directamente relacionada con la “facultad del lenguaje articulado”, bautizándose con su nombre el área del cerebro en cuestión y el tipo de afasia que aparecía con su disfuncionalidad. Y éste es uno de los cuadros más populares estudiados por la neuropsicología, que relaciona a nuestro cada vez más escaneado cerebro con los procesos cognitivos –leer, escribir, hablar, entender, memorizar– y la conducta; disciplina en crecimiento exponencial en todo el mundo, que celebra un Congreso Internacional, por primera vez en nuestro país, durante esta semana, entre la espectacularidad de sus descubrimientos, los escándalos que no deja de generar su matriz neurocientífica y lo fascinante de sus historias mínimas (y clínicas).

Somos nuestro cerebro?

Uno de los autores más atractivos y accesibles de la neuropsicología es el director del Centro de Neurociencia Cognitiva del MIT, Steven Pinker. Suele irrumpir con bombos y platillos, como a comienzos de este año cuando publicó un artículo en el que hablaba de la posibilidad de que existiera un instinto de la moral, una especie de gramática universal de la moral que luego se personaliza en cada persona (en el mismo sentido en el que Noam Chomsky hablaba de una gramática universal). Autor de numerosos libros apasionantes como El instinto del lenguaje y Cómo funciona la mente, en su conferencia La tabla rasa, el buen salvaje y el fantasma de la máquina Pinker recorre los comienzos del boom de las disciplinas que establecen un puente entre la mente y la materia y traza una historia reciente del escándalo. Frases dardo como “todos los aspectos del pensamiento y sentimiento humano son manifiesto de la actividad fisiológica del cerebro” o “la mente es lo que hace el cerebro” recibieron epítetos que van desde el calificativo de “reduccionista” al de, directamente, nazi. Curiosamente, menciona Pinker, las principales críticas vinieron tanto de la izquierda académica como de la derecha religiosa. Al dos veces ganador del Premio Pulitzer, el sociobiólogo Edward Wilson (autor de El naturalista), en una conferencia, lo rociaron con agua helada mientras esbozaba junto a otros una explicación de la naturaleza humana. También hubo piquetes, altavoces y escraches en los que ellos eran acusados de sexistas y racistas. Pinker cita No está en los genes, libro donde sus prestigiosos autores se valen de algunos bajos recursos como las citas mentirosas y las sugerencias sobre la vida sexual de sus enemigos científicos para dar por tierra sus investigaciones, y menciona un artículo temeroso de Tom Wolfe en el que, frente a esta nueva perspectiva de análisis de la mente, imagina a un futuro Nietzsche que promulgue la temida máxima “El alma ha muerto”. Este tipo de críticas están utilizadas para explicar que, en realidad, las nuevas ciencias apuntan a socavar tres creencias en las que se apoyan las ciencias sociales estándar: precisamente, las tres que le dan título a la conferencia.

Mientras tanto, otros, varios, ponen en una discusión encarnizada a este tipo de mirada sobre la mente con el psicoanálisis. Las críticas mutuas caen de maduro, sin ser por eso poco sofisticadas: el psicoanálisis le reprocharía una programática falta de atención a lo emocional y personal, un mecanicismo robótico de ambición universal, mientras que las neurociencias podrían achacarle sus aspectos poco científicos.

Sin embargo, hay esfuerzos puestos en una reconciliación. Uno de ellos es un más o menos reciente libro A cada cual su cerebro, coescrito por el neurobiólogo Pierre Magistretti y el psicoanalista François Ansermet. De una manera profunda e interesante, ambos explican de qué manera la huella psíquica (unidad de la experiencia personal) no se contradice en absoluto con la plasticidad de la red neuronal, que permite la inscripción de la experiencia ocasionando que la sinapsis –el proceso de transferencia de información entre neuronas– esté en constante remodelación en función de la experiencia vivida. De paso, alinean al mismo Freud en los senderos de investigación neurocientífica.

Las palabras y las cosas

La neuropsicología suele trabajar con pacientes que tienen lesiones cerebrales y estudia cómo éstas generan una consecuencia directa en su comportamiento. También, como explica la especialista Marina Drake, copresidenta del Congreso Internacional de Neuropsicología, muchas enfermedades psiquiátricas como la esquizofrenia, la depresión o el trastorno bipolar comprometen ciertas funciones cognitivas y ameritan la investigación neuropsicológica. Es incluso en este grupo de patologías en los que más se ha avanzado últimamente, proponiendo un cambio en la mirada de trastornos como la esquizofrenia o la bipolaridad.

La neuropsicología, a partir de los distintos perfiles de alteraciones que estudia, va intentando diseñar cómo es el sistema normal, es decir, el que explica cómo funcionan los procesos, tales como leer una palabra o pronunciarla después de escucharla. Muy simplificado: si a un paciente con una lesión cerebral en alguna ubicación específica se le pide que repita la palabra “árbol” y lo que dice es “planta”, esa equivocación puede hablar de cómo se organizan las palabras en nuestro cerebro.

Uno de los desafíos –apasionantes– es el caso del llamado “cerebro bilingüe”. Muchas personas que hablan más de una lengua aparecen, después de una lesión, reducidas en algunos aspectos de alguna de ellas –la materna o la última en adquirirse o la más utilizada antes de la lesión–, sin que hasta ahora se pueda explicar a ciencia cierta por qué.

El doctor Jack Fletcher, que visitará la Argentina para participar en el Congreso Internacional de Neuropsicología y es actualmente presidente de la Sociedad Internacional de Neuropsicología, explica: “Como profesionales, los neuropsicólogos investigan y evalúan a pacientes con lesiones y enfermedades cerebrales. La profesión incluye la rehabilitación y la enseñanza de métodos para chicos y adultos, junto con otras intervenciones (como terapias con drogas) en donde una disfunción en el cerebro es parte del problema”.

Si en todo el mundo la investigación, la consulta y la terapia en neuropsicología ganan espacio, en Argentina el fenómeno sigue la tendencia. Según Drake, una de las causas posibles tiene que ver con el aumento de la expectativa de vida: “Los consultorios de neuropsicología y las clínicas de memoria ven día a día un aumento de consultas, tanto de parte de personas mayores que notan con preocupación que su memoria ya no es la misma que otrora como de familiares que concurren preocupados al advertir que su ser querido parece estar empezando a perder sus capacidades cognitivas. Además, se ha producido un cambio de visión por parte de la sociedad respecto del envejecimiento: actualmente, un sujeto de 65 años no es considerado un anciano o un ser improductivo, sino que está inserto en diferentes actividades sociales y hasta hay quienes retoman estudios o proyectos postergados, lo cual hace que se preocupen por estar mentalmente en forma”.

The Brain Show

La idea de entrar en un cerebro lesionado para contarlo une a los más avanzados estudios de imágenes con relatos literarios que han ganado en popularidad. El más famoso de los cuentistas de historias clínicas es el neurólogo Oliver Sacks, en cuyos libros inspecciona la experiencia trastrocada –poética, sinestésica, demoledora– de pacientes con cerebros dañados. Así creó su libro más famoso: El hombre que confundió a su mujer con un sombrero. En el cuento que le da nombre, retrata al Señor P., un hombre que además de hablarle al picaporte y considerar las señales de tránsito como personitas animadas, un día, en su auto, agarró por la camisa a su esposa e intentó ponérsela en la cabeza. Su diagnóstico era el de la agnosia, en la misma línea con otro muy descriptivo que cuentan Ellis y Youg (ambos con nombre de pila Andrew W.) en su introductorio libro Neuropsicología cognitiva humana: a los 19 años, PH había tenido un accidente con moto en el que perdió su brazo derecho y sufrió un traumatismo de cráneo. Su recuperación había sido bastante buena: podía conversar con todas sus capacidades lingüísticas y leer sin problemas, la memoria a corto plazo era buena y la de largo plazo suficiente para recordar cosas importantes de su vida cotidiana. Sin embargo, PH no podía reconocer caras familiares. Sí hablaba de ellos, y también podía describir el rostro de cualquiera: era capaz de ver, pero incapaz de reconocer. ¿Acaso a alguien no le interesa conocer cómo es la vida desde este punto de vista?

El best seller de Mark Haddon, El curioso incidente del perro a medianoche tiene algo en esta línea: la historia está escrita progresivamente según las observaciones de su protagonista, un adolescente autista que intenta descubrir un asesinato y en el camino va conociendo, a su modo, recovecos de su familia. A nivel local, podemos hablar de los ensayos de divulgación científica que fueron las obras ¿Somos nuestro cerebro? y ¿Somos nuestros genes?, coproducción científico-teatral entre Susana Pampín, Rosario Bléfari y el neurocientífico Sergio Strejilevich que hablaba de algo tan complejo como la nueva ubicación filosófica de la subjetividad humana bajo algunos conocimientos nuevos de su cuerpo.

Más allá de su costado como brutal generador de amarillismo científico-periodístico (comprobable en los portales online que publican cuanto estudio mínimo que relacione genes con actividades encuentren), es innegable el carácter espectacular de todo esto. Eso aumenta mientras se sofistican los estudios. En palabras de Fletcher: “Tenemos nuevos métodos para medir las funciones cerebrales, así como las imágenes por resonancia magnética o la magnetoencefalografía. Las imágenes que se ven son espectaculares, pero la ciencia que permite el desarrollo de estas imágenes es todavía más impresionante. Es una nueva era para la neuropsicología y la neurociencia cognitiva”.

En tanto, la profesora de neurolingüística de la Facultad de Filosofía y Letras, Virginia Jaichenco, a cargo del comité de organización del Congreso, concluye: “En verdad, la espectacularidad proviene de poner en el plano de la divulgación muchos casos que son, tal vez, cotidianos para el neuropsicólogo, pero fascinantes para el lector común. Una persona con dificultades en el reconocimiento visual de objetos o rostros; alguien que no puede detectar el movimiento de las cosas a su alrededor y por tanto, no estima las distancias a la que están las cosas en movimiento; un sujeto que desconoce el significado de las palabras que oye o que no puede construir oraciones adecuadamente y habla en forma telegráfica; una persona que no recuerda lo que acaban de decirle pero que puede contar una película que vio en su niñez... El que lee esto puede creer que es ciencia ficción, pero no es más que el resultado de una disfunción cerebral específica, y muestra la increíble complejidad de la máquina que nos comanda, el cerebro”.

Natali Schejtman
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¿Tenía razón Kafka?

Kafka tenía razón. A los 150 años de su nacimiento podemos tildar de “kafkiana” la realidad del mundo actual. Leo, al pasar, las noticias de un diario serio y objetivo. Primera noticia: “En Alemania, alrededor de 200.000 personas por año son internadas en institutos psiquiátricos. Y la tendencia va en aumento”. Los alemanes se han vuelto locos, pienso, pero no, el estudio señala que en los países del primer mundo la tendencia es la misma. Pero a eso hay que agregar el estudio de la Universidad de Siegen, por el cual se informa que personas de bajo status social, es decir pobres, son llevadas e internadas en los psiquiátricos mucho más que las adineradas. Por ejemplo, en general los “managers” maníaco-depresivos son calificados como “coléricos”, mientras que personas pobres son consideradas de inmediato enfermas psiquiátricas e internadas en los institutos respectivos. Y se sostiene que la psiquiatría con sus medicamentos potentes acorta la vida de los pacientes aproximadamente 25 años. Esto lo ha demostrado un reciente estudio epidemiológico realizado en Estados Unidos.

Paso la página y me encuentro con un título simpático: “Tendencia al glamour” y un señor Anil Ambani me mira desde la foto con gesto algo despreciativo. Leo: “49 años, multimillonario de la India, que pesa 115 kilogramos, va a invertir medio millón de dólares en Hollywood”. ¿Cómo, de la India, me digo, del país de Gandhi, el estoico, en aquel país de la constante pobreza extrema? Quiero convencerme de que no puede ser y sigo leyendo: “Los multimillonarios Ambani son mellizos y los dos valen como miembros vigorosos del clan de los más ricos del mundo, pero los dos hermanos se odian a muerte. Uno quiere sobresalir más que el otro y por eso Anil Ambani invierte en Hollywood, para que todos hablen de él”. Multimillonarios en la India. Buen título para un libro de Kafka. Sí, el diario que leo le dedica la central a este escritor genial. Franz Kafka, tal vez el mejor conocedor del alma humana.

Sigo leyendo: y aquí viene lo grueso. El lunes comienza en la ciudad japonesa de Hokkaido la reunión “de los Ocho”, de los ocho grandes, los que manejan el mundo. El clima es sombrío. Porque no se ha cumplido nada de lo que prometieron en la reunión del año pasado, en Heiligendamm, Alemania. En esa reunión, los ocho repesentantes, sonrientes, aceptaron la proposición de la jefa de gobierno alemán, Angela Merkel, de reducir hasta el año 2050 a la mitad la emisión mundial de CO2. Para llegar a esa meta, los ocho países tendrían que reducir esas emisiones en un ochenta por ciento. Pero desde Heiligendamm no se hizo casi nada. Los ecologistas alemanes le exigen a Merkel que tiene que destapar la olla en la reunión próxima y tomarlo como una falta de respeto. Pero la verdad es que está claro: dentro del pensamiento capitalista, defender la atmósfera sale caro y entonces se encarecerían los productos y eso llevaría a una nueva guerra de competencia comercial.

Además, el tema no se para allí. En Europa ha entrado el miedo a la inflación. Las poblaciones empezaron a ahorrar en alimentos y en no viajar en auto, por el precio del combustible. Y por eso un estudio reciente muestra que la mayoría está abandonando la idea de no apoyar la construcción de centrales atómicas. Sólo el 51 por ciento está en contra de la construcción de esas centrales, lo que antes ascendía a más del 70 por ciento.

Veremos qué pasa el lunes. Pero ya se adelanta que Bush se va a negar rotundamente a una política ecológica dados los problemas que trae la suba del costo del petróleo. Ese es el tema que va a estar en discusión en primer lugar y no la ecología. Por otro lado, la FAO, la Organización Mundial de Alimentación, dio a conocer el jueves que el número de hambrientos en el 2007 subió a 450 millones de personas. Y que más de otros 850 millones no alcanzan a satisfacer sus necesidades mínimas alimentarias.

Una vez más cabe la pregunta: ¿seguiremos leyendo estas noticias o viéndolas por televisión –por supuesto, después del fútbol o de alguna de esas guasadas acostumbradas–; seguirá el mundo sin reaccionar ante este sistema tan injusto e irracional?

Hablemos de fútbol: acaba de terminar el campeonato europeo. Fue un éxito de espectadores jamás visto. Pero la verdad es que el verdadero ganador fue la empresa Adidas, por las ganancias que hizo. Lo publicaron todos los diarios con picardía, para comprobar un hecho indiscutible. Deporte y ganancias.

Claro, podríamos hablar más de Kafka y menos de estadísticas y ganancias. Pero es que el periódico no me deja. Por ejemplo: un editorial se titula “Basta de la locura de las rutas”. “Cualquier viaje por las autopistas alemanas es suficiente para comprender que hay que resolver de una vez el problema de los camiones. Por ellos, el tránsito se acumula kilómetro tras kilómetro. Lo que es dañino al clima, lo sabemos. Cualquier ayuda para resolver esa locura contemporánea será bienvenida. Ya se ha probado mucho, por ejemplo la prohibición a los camiones de pasar a otros camiones o automóviles. Deben mantenerse en su franja. O permitirse, como en el estado de Hessen, que el tránsito utilice las franjas de los márgenes destinadas a poder detenerse ante problemas. Pero con eso solo no se solucionó nada. Porque si se permite que desde el Mar del Norte se trasladen los cangrejos en camiones a Marruecos, porque allí es mucho más barata la mano de obra para despellejarlos, seguirá el problema.” Da este ejemplo, pero lo cierto es que se transporta todo para lograr mejores precios y poder vender más, más, más. Y el autor se permite una ironía: “Eso es lo bueno que parece nos va a traer la suba de los costos del petróleo. Ahora los empresarios van a calcular que tal vez sale más barato hacer las cosas en casa que a cientos de kilómetros”.

Y hay también un título saludable: “Al supermercado, en bicicleta”. Pero no todos quieren ir al supermercado en bicicleta. Varios diarios han tomado el tema con humor. Por ejemplo, un título lo dice todo: “Gran demanda de sedientos de gasolina”. Y como subtítulo: “A pesar de los altos precios del petróleo y de los problemas ecológicos, aumenta en gran proporción la venta de autos caros”. El periodista describe en idioma teatral: “Los automovilistas alemanes aprietan el acelerador a 180. Los precios de la nafta suben y suben. Peor todavía, el diésel es más caro que la nafta especial. El mundo al revés. Porque si bien subió el interés por los autos pequeños, mucho más por los autos de lujo, esos que no consumen sino devoran cada vez más combustible. Por ejemplo, en Alemania fueron patentados en abril de este año 378.805 autos (en el mismo mes de hace cuatro años esa cifra fue de 297.126). En abril de 2008 fueron habilitados 18.363 autos pequeños pero 22.121 todo-terreno.

Entonces queda la tristeza de que ni siquiera el mejor defensor de la ecología podría ser la suba de la gasolina. Ni vale ya el pensamiento razonable de que sea lo bueno y lo ético lo que trate de resolver los grandes problemas de injusticia y de muerte que han asolado y siguen asolando a los pueblos del mundo y al clima del planeta. Si no se piensa en la humanidad actual, ¿qué se va a cavilar acerca del mundo que les tocará a las próximas generaciones?

Porque vayamos a las armas. En el año 2007, por primera vez, la población mundial ha invertido 200 dólares por cabeza para armamentos. Lo militar devora el 2,5 por ciento del producto social global. Es decir, 858 billones de euros. Lo que demuestra una suba del seis por ciento frente al año anterior, valor limpio de inflación. Frente a lo gastado en 1998, al final de la “Guerra Fría”, el aumento es nada menos que del 45 por ciento. Mirando los números se pregunta uno: ¿es que el mundo se ha vuelto loco?

Hablábamos de que el ser humano, por cabeza, gasta 200 dólares por año en armas. El informe dice que para llevar a la mitad el número de los millones de hambrientos del mundo se necesitarían 20 dólares por habitante. El campeón del armamentismo es, por supuesto, Estados Unidos, con el 45 por ciento del gasto militar mundial. Luego le siguen Gran Bretaña y China, con el cinco por ciento. Alemania –pese a la lección de las dos últimas dos guerras– está en sexto lugar. Pero vayamos al negocio de las armas. Por supuesto, Estados Unidos va primero, con 7454 millones de dólares de exportación de armas. Rusia, segunda, y tercera Alemania, que exporta por 3395 millones de dólares. Los que más compran armas a Alemania son Turquía, Grecia y Africa del Sur. Y un país al cual se lo ha considerado siempre “pacifista” por excelencia, Holanda, es el quinto del mundo en exportar armas. Quien exporta armas no es pacifista.

Kafka sonreiría desde el cielo de los creadores ante este panorama kafkiano. No, tal vez ni siquiera él imaginó un mundo así. Para no hablar de la violencia desatada en lugares del mundo que se han convertido en llagas permanentes de la humanidad.

Pero estoy terminando estas reflexiones kafkianas, a 125 años del nacimiento del hombre de Praga, y el cartero –sí, los hay todavía, por suerte– me trae un libro titulado La herencia viva. Me lo envía la maestra Nora Bruccoleri y está redactado por alumnos, padres de esos alumnos y también abuelos. Es el segundo que recibo en mis manos. El primero lo presentamos en la última feria del libro de Buenos Aires. Estaba escrito por alumnos de la escuela de la villa de emergencia De la Cárcova. Este, ahora, viene de Las Heras, Mendoza. Me emociana el leer tantas experiencia y sueños. Me detengo ante la poesía “Vendimia”, del alumno Daniel Peralta, del 5º grado A.

Vendimia
es un grito de libertad.
Vendimia son los ojos
marrones del cosechador,
con sus tijeras y tacho
al hombro.
Vendimia
es un campesino.

Pienso: mientras existan niños que escriban poesías, hay esperanza, la bella palabra.

Osvaldo Bayer
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Murió la bloggera más anciana del mundo

Tenía 108 años y se movía en silla de ruedas. Sin embargo, eso no le impidió llegar a cada rincón del planeta. La australiana Olive Riley encontró en Internet a su mejor aliado para traspasar fronteras. En febrero de 2007, se lanzó a la Web y se convirtió en la bloggera más anciana del mundo.



En casi un año y medio, Olive colgó en su blog 74 entradas en las que hablaba sobre la vida moderna y sus experiencias durante el siglo XX. La mujer había nacido el 20 de octubre de 1899, vivió dos guerras mundiales, tuvo tres hijos y trabajó como moza y cocinera. Falleció el sábado en Australia, en un hogar para ancianos, según se supo hoy.


Su bisnieto, Darren Stone, dijo que Internet le cambió la vida a Olive. La Web "le volaba la cabeza", aseguró a la prensa australiana. "Tenía gente que se comunicaba continuamente con ella de lugares tan lejanos como Rusia o América, y no de vez en cuando'', contó Stone.

Olive no sólo se comunicaba con personas de todos los continentes sino que además adoraba la fama que había ganado porque, según decía, le permitía mantener la mente fresca.

El último post de Olive se publicó el 26 de junio pasado. En él le contaba a sus fans que no podía creer que hubiera pasado una semana internada en el hogar para ancianos y que no lograba deshacerse de la fuerte tos que la afectaba. Pero también reconoció: "Nunca he sido tratada tan bien en mi vida".

También les agradeció a sus amigos de Internet por todos los mensajes que le enviaban. "Gracias a cada uno y a todos".

Apenas se supo la noticia de la muerte de la mujer, su blog allaboutolive (todo sobre olive), en el que empezó escribiendo hace dos febreros, colpasó. Su último blog, World's Oldest Blogger (la bloggera más vieja), todavía se mantiene online. Esta bitácora digital de Olive era publicada en paralelo gracias a la ayuda de su amigo Eric Shackle, un periodista retirado de Sydney.

Shackle pidió disculpas a aquellos que no pueden entrar a allaboutolive y deseó que el problema se solucione pronto. Los miles de seguidores de Olive, que son los mismos que hicieron hecho colapsar al blog, también.

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La sandía podría tener los mismos efectos del Viagra

La sandía ayuda a aumentar la capacidad amatoria Según científicos de Estados Unidos tiene ingredientes que actúan sobre los vasos sanguíneos y por eso podría tener efectos similares a los del Viagra, el fármaco para disfunción eréctil.

De acuerdo con el trabajo de la Universidad de Texas A M, el potencial de esta jugosa fruta radica en los fitonutrientes, compuestos naturales que tienen las frutas y las verduras que no tienen valor nutricional pero aportan beneficios para la salud. Entre los que tiene la sandía están el licopeno, el betacaroteno y el principal, según los investigadores, la citrulina, que tiene la capacidad de relajar los vasos sanguíneos como lo hace el Viagra, cuyo nombre genérico es sildenafil. "Cuanto más estudiamos las sandías, más no convencemos de lo asombrosa que es esta fruta al proporcionar elementos que fortalecen el cuerpo humano", dijo Bhimu Patil, director del Centro de Mejora de Frutas y Vegetales de la Universidad A M.

Sabíamos que la sandía es buena para la salud, pero la lista de sus beneficios se alarga con cada estudio , añadió.

El estudio descubrió que cuando se consume sandía, la citrulina se convierte en un aminoácido llamado arginina que tiene muchos beneficios para el corazón y el sistema circulatorio y, también, ayuda a mantener un buen sistema inmune.

La arginina explica Patil mejora la producción de óxido nítrico que a su vez relaja los vasos sanguíneos, y éste es el mismo efecto que tiene el Viagra para tratar la disfunción eréctil y, quizás, prevenirla, sin ocasionar efectos secundarios .

Los autores del trabajo creen que la producción de óxido nítrico también contribuye a mejorar el flujo sanguíneo y por eso ayuda a tratar la hipertensión y otros problemas cardiovasculares. También sostienen que ayuda al ciclo de la urea y a eliminar desechos tóxicos del organismo.

Pero hay un problema: es que la famosa citrulina se encuentra en mayores concentraciones en la corteza de la sandía. Y además, hay que tener en cuenta que casi el 92% de la sandía es agua. Por eso los científicos están investigando la posibilidad de producir nuevas variedades de sandía con más citrulina en la pulpa.

Otro estudio de investigadores del Departamento de Agricultura de Estados Unidos dice que la sandía también tiene propiedades antioxidantes como el tomate, aportadas por el licopeno, el pigmento que le da el color rojo.

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