lunes, 29 de junio de 2009

Los survivalists, ¿paranoicos o clarividentes?

Faltaban cinco días para que Ronald Reagan asumiera como presidente de Estados Unidos, allá por enero de 1981, cuando el diario The New York Times le dedicó algo de espacio, no mucho, a Charles Moss, un ingeniero de 52 años de California. ¿El título de aquella nota? "Por temor al colapso de la humanidad, los survivalists acaparan bienes".

Veintisiete años después, no se sabe qué fue de aquel californiano que se refugió en una vida silvestre esperando el colapso. Pero los survivalists están de regreso.

En rigor, el grupúsculo nunca desapareció, pero con el precio ascendente del petróleo, los problemas climáticos y el resfrío económico global, el movimiento cobró nuevos bríos, como dan cuenta artículos recientes, otra vez, en The New York Times, pero también en The Philadelphia Inquirer y The Seattle Times. También se refirió a él en un informe la cadena televisiva ABC.

La Real Academia Española carece de un término específico para definirlos en nuestra lengua. Pero survivalist es, según algunos diccionarios, "la persona obsesionada con la supervivencia ante una futura catástrofe".

Tal es el caso de Kathleen Breault, que, como Moss en la década del 80, llevaba una vida típica de la clase media y suburbana estadounidense hasta que un buen día cambió sus hábitos de manera total. Desde desprenderse del aparato de televisión y de las tarjetas de crédito hasta no viajar más en avión, sólo alimentarse con alimentos producidos en su región y calentarse con una estufa de leña.

¿Por qué? Porque un día escuchó a un especialista alertar sobre que el mundo tal como lo conocemos podría desaparecer de un día para el otro, más aún cuando el precio del petróleo atenazara la economía.

"Estaba aterrorizada -contó-. Devastada. Deprimida. Vulnerable. Débil. Sola. Simplemente terrible."

Las estadísticas sobre cuántos, quiénes son y dónde viven los survivalists son muy poco confiables, pero relatos similares al de Breault aparecen en varios estados del país, según el servicio de noticias de la agencia Associated Press.

Todos mantienen más o menos las mismas premisas: desarrollan métodos para alimentarse y protegerse a sí mismos ante los tiempos anárquicos que ven venir.

Y, por la misma razón, la mayoría prefiere la reserva absoluta. Así, los survivalists quieren evitar que muchos busquen sus provisiones de comida, medicamentos y armas cuando ocurra el colapso.

"Van a pasar cosas que sólo ocurren cuando la gente no obtiene lo que necesita para sus familias", explicó Lynn Marie.

Por esa obsesión con su seguridad, Marie pidió a la AP que no divulgara su apellido, ni ningún detalle acerca de dónde vive más allá del genérico "oeste de Idaho". Para ella, la violencia podría desatarse muy pronto: en el año 2012, según afirma.

La tragedia respondería al comienzo del final de la vida contemporánea basada en el petróleo, cuando la extracción alcance su pico y, desde allí, sólo quede por delante una caída. Y consumir las reservas.

Eso es lo que debaten muchos usuarios, por ejemplo, del portal www.peakoil.com . No es la única referencia para los survivalists .

Hay libros sobre cómo, ante la emergencia, cocinar ratas y perros, o almacenar comida y municiones.

De eso trata, también el sitio www.survivalblog.com , cuyo editor, Jim Rawless, dice que el movimiento "experimenta su mayor crecimiento desde fines de los 70", como lo prueba su portal, con 67.000 nuevos visitantes por semana.

A todo esto, cabe preguntarse qué opinaría Moss, de estar vivo, sobre todo esto.

Hugo Alconada Mon
Copyright 2008 SA LA NACION | Todos los derechos reservados

No hay comentarios:

Publicar un comentario