lunes, 22 de junio de 2009

Lima: la flor de la canela

Prehispánica, colonial y moderna, la ciudad de Lima es un destino que llevará al visitante a conocer los misterios y las maravillas de los pueblos andinos, y a deleitarse con los sabores incomparables de la cocina peruana. Las preguntas que surgen a la hora de emprender un viaje hasta Perú para conocer su capital y alrededores son el costo y la lejanía. Sin embargo, el tipo de cambio es similar al del peso argentino y, si de viajar se trata, se consiguen pasajes aéreos económicos con una duración de poco más de tres horas. Todo indica que las coordenadas están listas para partir hacia esta encantadora ciudad.
Lima es la única capital de América con vista al océano. Se encuentra ubicada a 150 metros sobre el nivel del mar: es un barranco por el que se desciende y aparecen las traslúcidas aguas del Pacífico junto a playas que recorren la ciudad de Norte a Sur.
Lima es también la Ciudad de los Reyes, ya que fue la capital del Virreinato español, fundada y nombrada de esta manera por Francisco Pizarro en 1535. Sus casas, monumentos, balcones y plazas cuentan con el señorial estilo de la colonia, aunque debajo de cada uno de ellos la historia es mucho más antigua.
La mayor parte de la edificación del centro histórico limeño se construyó hacia el 1500 sobre muros incaicos que fueron utilizados por los arquitectos europeos como basamento. Su arquitectura le valió la declaración de Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco en 1991. En Lima se puede visitar desde un antiguo sitio precolombino como Pachacamac, sede de un oráculo y centro de peregrinaje religioso en diversas épocas, hasta casonas e iglesias como la Catedral o el convento de San Francisco, famoso por sus catacumbas. A pasos de la Plaza Mayor se puede recorrer Casa Aliga, la mansión colonial mejor conservada y que es habitada en forma continua por la misma familia desde 1535.

Rutas arqueológicas
Es sabido lo asombroso que es Machu Picchu, una ciudad inca que quedó intacta debido a que los colonizadores nunca la encontraron y que fue declarada en 2007 una de las maravillas del mundo creadas por el hombre. Sin embargo, Perú es mucho más que una maravilla.
La estada en Lima también permite adentrarse en todo este fascinante mundo peruano, uno de los grandes núcleos originarios de la cultura antigua, al igual que México, la Mesopotamia, India y China. Ya en el 2500 a.C. se formaron asentamientos agrícolas que cultivaban quinua, papa, algodón y maíz. Luego de varios períodos y diversas formaciones de Estados, hacia el 500 de nuestra era dejan su huella en la cultura peruana actual tanto el reino mochica, artífice de las Tumbas Reales del Señor de Sipán, como el ingenio de los hombres que trazaron en el desierto las misteriosas Líneas de Nazca. Hacia 1400 se ubica el período de predominio de los incas, originarios de Cusco y que constituyeron un imperio -sobre todo en el territorio andino- que concluyó en 1532 con la conquista española.
Cerca de la capital hay numerosos lugares que posibilitan conocer y recorrer las antiguas culturas andinas. Treinta kilómetros al Sur se encuentra Pachacamac, cuyas primeras ocupaciones datan del 200 a.C. como un templo de adoración al Dios Sol, creador del mundo y de todas las criaturas. Fue el santuario donde estaba el oráculo más importante de la costa peruana, y sus construcciones corresponden al florecimiento de la cultura Lima. Los incas asimilaron su culto y levantaron nuevas edificaciones con adobes hechos a mano y piedras trabajadas con técnicas arquitectónicas complejas. Se pueden visitar el Templo del Sol y el de la Luna. El extenso Pachacamac tiene varias colinas con asentamientos y barrios que están construidos sobre pirámides truncas de adoración a los dioses por lo que, como tantos otros sitios arqueológicos, aún se está trabajando e investigando.
Muy cerca de allí, en Mamacona, invitan a participar de un característico espectáculo ecuestre. Los caballos peruanos de paso -de ellos se trata- constituyen una raza con garbo y finura, y nacen con un andar galante y crines estilizadas. Se puede montar en ellos y disfrutar de su suave trote. Luego espera un típico buffet de especialidades limeñas, como el lomo salteado, el tacu-tacu (frijoles revueltos con arroz), los anticuchos (brochettes de corazón de vaca macerado y asado a la parrilla), la causa (papa rellena) y el famoso cebiche, con pescados frescos de la rica costa local. El suspiro a la limeña (merengue italiano con dulce de leche y vainilla) y el turrón de Doña Pepa son ideales para el dulce final.
Nuevamente en el área metropolitana y entre los residenciales distritos de San Isidro y Miraflores, se encuentran las huacas Pucllana y Huallamarca. Son edificaciones altas de adobe y piedra que funcionaron como centros ceremoniales y administrativos entre los siglos III y XV. Se trata de pirámides truncas, escalonadas, que estuvieron pintadas de diversos colores. En Huallamarca llama la atención su imponente rampa de acceso y se aprecian los ajuares funerarios de la casta sacerdotal que yace enterrada. El edificio de la huaca Pucllana tiene dimensiones colosales: 500 metros de largo por 100 de ancho, y fue el centro administrativo de los bienes del valle de Rimac.
Es imprescindible en la visita recorrer el Museo de Arqueología y Antropología, así como el Museo Larco Herrera, que alberga una muestra de textiles de 398 hilados por pulgada: récord mundial. También cuenta con una gran colección de huacos. Son cerámicas, especies de vasijas con pico, que en general eran utilizadas como objetos de ofrenda o también utilitarios. En ellos, cada cultura retrató su forma de vida cotidiana, los alimentos, las vestimentas, las creencias, las enfermedades, y hasta las razas de sus pueblos. Son muy famosos los huacos eróticos, originarios de la cultura mochica. Muestran el gran conocimiento del cuerpo que tenían, representado incluso en diversidad de posturas sexuales. Hasta problemas de disfunción sexual eran reproducidos en ellos. Las variaciones de las temáticas eróticas iban de lo moralizador a lo irónico, pues algunas partes del cuerpo, sobre todo masculino, adquirían medidas descomunales.
Los jardines del museo albergan un coqueto y moderno restaurante con una carta diseñada por Gastón Acurio, uno de los más reconocidos chefs peruanos y dueño del restaurante Astrid y Gastón, especializado en la cocina novoandina.

De sabores y olores
No sólo el arte o la arquitectura permiten conocer la ciudad y su cultura. El gusto y el olfato se complementan para dejar recuerdos imborrables.
La gastronomía peruana de hoy se divide en la de la Costa Norte, con sus cebiches y sudados de pescado, y la del Amazonas, con manjares exóticos y los plátanos con chicharrón. En Lima se destacan el tiradito con crema de ají amarillo, los mariscos y arroces, y la jalea mixta de fritura de mariscos y pulpo. Arequipa se impone con su picante rocoto relleno y la zona andina, por sabores y colores vinculados con la tierra y las ollas de barro. Choclo con queso, papa a la huancaína y todo tipo de guisos con carnes de diversos animales y granos de todos los tamaños.
Son numerosos los restaurantes limeños donde se pueden probar las exquisiteces del país. Francesco tiene un ventanal desde el primer piso con vista al Pacífico y una numerosa lista de sabrosos platos. Sabores definidos, productos de primera calidad y preparaciones en su punto exacto aseguran al comensal una velada perfecta.
Isabel Alvarez propone desde El Señorío de Sulco mostrar el carácter de la sociedad peruana a través de su comida. Con maestría en las técnicas y preparaciones, elabora, recupera y valora las expresiones culinarias de todas las regiones del país.
Si la idea es comer sobre el mar, Rosa Náutica, ubicada en el Circuito de Playas, propone correctos menús turísticos para pasar una romántica velada sobre el muelle.
Para disfrutar del último anochecer limeño, antes de la partida serán inolvidables los sándwiches caseros de jamón del país que prepara Juanito en su mítica bodega, que data de los años 30. Con 96 años cumplidos, Juanito sigue al frente del local junto a sus hijos. Está ubicado en el bohemio barrio de Barranco, con vecinos poetas e intelectuales, y anfitrión de Chabuca Granda y Mario Vargas Llosa. Es el barrio del Puente de los Suspiros, donde al caer la noche y en compañía de un pisco, las luces de los bares se reflejarán mágicamente sobre el arroyo que lo atraviesa.

Sabrina Cuculiansky
Copyright S. A. LA NACION 2008. Todos los derechos reservados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario