lunes, 18 de mayo de 2009

blogs_de_ciencia.com

Un mundo. Ya lejos de aquel experimento informático primigenio, Internet es hoy un mundo más. Si bien es un fenómeno limitado a quienes tienen acceso a la red, su enorme crecimiento de los últimos años llevó a que diversos grupos sociales, y ya no sólo empresas y organizaciones como ocurría al principio, tengan su espacio y se conecten entre sí. En este desarrollo propio del nuevo milenio, los blogs tuvieron un rol preponderante: facilitaron y acercaron la creación de páginas web a casi cualquiera que tenga una computadora con modem. Y el ámbito científico no dejó pasar ese tren.

Los blogs se transformaron en pocos años en un nuevo continente del ciberespacio, tal vez en la más socializada de las múltiples piezas que conforman Internet. Se trata de sitios web personales en los que cada uno puede publicar lo que le parezca. Algunos autores (o bloggers) siguen al pie de la letra esa consigna y cuelgan cualquier cosa. Otros le apuntan a una temática en especial y la convierten en la razón de ser de la página.

Como en una tormenta de ideas virtual, blogs de toda clase fueron poblando la red de redes hasta delinear lo que ahora comúnmente se denomina blogosfera, hoy muy crecida y con una identidad propia que la diferencia del ámbito de los sitios tradicionales. En ella, cada espacio no se limita, generalmente, a su propio contenido, sino que permite conectar con otros weblogs afines.

Los blogs y sus adyacencias se constituyeron en un fenómeno que se reproduce en sí mismo, dentro del cual se conforman verdaderas redes sociales alrededor de una temática. A través de esta herramienta, personas con un interés en común se contactan con suma facilidad y en muchos casos crean un vínculo duradero –aunque rápido, mucho más vertiginoso en esta era– que con el tiempo se convierte en una comunidad.

No obstante, no se trata de una cuestión cerrada. Además de atraer a los que poseen inquietudes análogas, los blogs acaparan la atención de personas que nada tienen que ver con su rubro, pero que llegan gracias a su curiosidad, a través de aquellas búsquedas quiméricas de algún dato en particular en la web o por medio de la mera casualidad.

Fauna cibernetica

Tal vez el de la ciencia sea el caso prototípico. No porque el desarrollo de blogs sobre esta temática haya sido mayor o más generalizado que el de los dedicados a otras cuestiones (el blog confesional, el blog sobre noticias y rumores del espectáculo, el blog deportivo, etcétera), sino porque el fenómeno logró abrir al “mundo Internet” las puertas del ámbito científico, un edificio normalmente cerrado de forma hermética al menos para el gran común de la gente.

Si bien no existen indicaciones explícitas sobre cómo debe ser un blog –más allá de las técnicas de “En tres fáciles pasos” propias de las páginas a través de las cuales se construye y publica esta especie de diarios íntimos–, la mayoría de ellos tiene como característica una forma de comunicación coloquial, posiblemente como consecuencia de la amplitud de público que –se dice o se imagina– implica Internet: lejos de los textos de extensiones kilométricas, lejos del lenguaje complicado y lejos de la escritura sólo para especialistas y cerca del público no especializado. Tal parece ser entonces la consigna principal de los blogs de ciencia, un animal que circula por la red sin dejarse atrapar por algunas de las características menos seductoras de la fauna ciberespacial, como la falta de rigor, el chequeo de fuentes o la anarquía del “cualquiera puede decir cualquier cosa”.

La esfera de sitios sobre ciencia abarca una multiplicidad de tipos, desde los más formales editados por científicos propiamente dichos, hasta los que publican los fanáticos de lo tecnológico-científico, que a través de la web despuntan su vicio al tiempo que informan a los navegantes sobre las novedades y curiosidades del rubro. Resumidor.blogspot.com es, por ejemplo, un espacio argentino en el que semana a semana se puede leer una síntesis de las últimas noticias referidas a la ciencia. Con la divulgación científica como meta fundamental, allí no sólo se resume, sino que en algunos casos se decodifican cuestiones que en su publicación original tienen un lenguaje demasiado específico. Martín Caglini es su autor y asegura que su idea “es llevar la ciencia a la gente, entregársela toda junta, para evitar que se desperdigue por la red”. Y en el mismo sentido sostiene, en diálogo con Futuro, que los usuarios de Internet “quieren ciencia, quieren conocimiento, y los blogs son la respuesta, porque se convirtieron en revistas especializadas donde se puede encontrar lo que no está en los medios tradicionales”.

En El resumidor científico (tal es el nombre completo) y bajo el título “blogs amigos” se encuentra un elemento característico de este tipo de páginas personales y de la blogosfera en general: un listado de blogs recomendados, a los que se puede acceder haciendo click sobre el nombre del elegido: ahí, en la conexión, en el “estar linkeados”, se encuentra una de las modalidades más difundidas para la consolidación de redes sociales, ya que hace más fácil que el recorrido del navegante no termine en el primer blog que encontró, o simplemente en el único que estaba buscando, sino que continúe hacia otros ubicados bajo el mismo paraguas de la ciencia.

Malo, malo eres

Es probable que Internet sea el medio –el metamedio más bien: todos los medios en uno– en el que más consolidada esté la tendencia que indica que el entretenimiento tiene que ser parte fundamental de la comunicación. Por esos caminos transita malaciencia.blogspot.com, un espacio dedicado principalmente a refutar y desactivar cuestiones que se plantean como posibles en películas, documentales y hasta libros, y que científicamente no lo son: la explosión espectacular de un largometraje de ficción, el desastre natural que pone a la humanidad al borde de la desaparición y la investigación policial que llega a buen fin en una serie son analizadas y discutidas por el autor. En la mayoría de los casos, queda claro que la imaginación de los cineastas a veces no repara en el umbral que existe entre lo posible y lo ridículo, o acude a elementos incompatibles con la intención de que una representación sea verosímil. Pero en otros no existe un error, sino la falta de una explicación completa, que Malaciencia se encarga de entregar.

Desde ahí se puede llegar a hipotesis-carolus.blogspot.com, una publicación que se encarga de cuestionar desde un escepticismo demoledor todas las teorías y disciplinas relacionadas con lo extrasensorial, incluyendo algunas cuestiones del vendedor género de autoayuda. Así, se realizan duras críticas –con toques de ironía y acidez– a todo aquello que no pueda ser comprobado empíricamente, desde el control mental hasta el espiritismo, sin dejar de lado la videncia y la astrología.

Mimesis y adaptación

Como ocurrió cada vez con la aparición de algún nuevo fenómeno comunicacional, los medios tradicionales como diarios y revistas rápidamente se mimetizaron con la tendencia blog, adaptación mediante. En este caso, las grandes revistas de ciencia, como New Scientist (www.newscientist.com) y Discover (www.discovermagazine.com), ya tienen en sus sitios web una solapa exclusivamente dedicada a los blogs. Si bien en muchos casos los espacios a los que conectan son producidos por el mismo medio, que pone a escribir blogs a sus periodistas, también incluyen los links de algunos de las lugares del ciberespacio que consultan para sus notas. Y allí, en el sector tecnología, no faltan los geeks, que siempre parecen más informados sobre los adelantos técnicos que las propias compañías que los producen.

Lo dicho, todos arriba del tren, que a estas alturas ya tuvo que reservar uno de sus cibervagones para la ciencia.

Eugenio Martinez Ruhl

Quien, que, cuándo, cómo, dónde

No es necesario asistir a la presentación de un nuevo sitio de Internet para percibir en el ambiente una disrupción. Como si de la noche a la mañana una fábrica abstracta hubiera producido en masa nuevas palabras, se advierten a diario nuevos términos que, como recién salidos del horno, todo el mundo (menos uno) parece masticar con una facilidad asombrosa: “abandonware” (software antiguo sin derechos de autor), “twittear” (mandar mensajes cortos a través de un servicio de redes sociales), “fabbing” (producción de objetos tridimensionales a bajo costo). La velocidad a la que se imponen estas palabras es tal que en cuestión de semanas o meses expresiones nuevas se vuelven expresiones usuales, cotidianas, comunes. Es precisamente lo que ocurre cuando en una cena alguien responde frente a un comentario “¿puedo bloggearlo?”. Quien no comprenda la pregunta tal vez viva en un tupper o simplemente sus días transcurran –por su salud mental– bien alejados de las computadoras.

Ocurre que los blogs invadieron todo, al tiempo que se transformaron en uno de los productos más usados en Internet, la cual recién en los últimos años está generando elementos propios. Lejos de la época inicial de su apertura al gran público (a mitad de los ’90) en la que la red era solamente la combinación y conjunción de medios ya existentes (gráfica, radio, televisión y cine), los blogs conforman un fenómeno nuevo que se profundiza no cada día sino cada hora: a la red le son ajenos el año, el mes, la semana, los días; la red se mueve en un presente continuo como una máquina de movimiento perpetuo.

Como sucede con todo aspecto de la realidad con el que se convive, al conjunto de blogs se le tuvo que asignar un nombre, una etiqueta, para volverlo visible, manejable. Pese a que en un primer momento “blogosfera” y “blogolandia” se disputaron el título, al parecer, venció el primero. Sin embargo (y pese a lo que muchos gurúes de Internet quieren hacer creer), la blogosfera per se no existe. No es algo que está en alguna parte (como para decir “usted está aquí”) y más que nada hay tantas blogosferas como comunidades virtuales en las que sus autores se cruzan, se recomiendan, se comentan, se conectan.

Mientras los foros reclaman participación, los wikis (o entradas a Wikipedia), colaboración y las redes sociales (Facebook, Sonico, Linkedin, Hi5), contacto interpersonal, los blogs exigen reacción. El autor de alguna manera escribe para ser comentado profundizando así el acto comunicativo en un loop de feedback permanente (al fin y al cabo, en Internet todos somos lectores y todos somos autores: de textos, de videos, de recorridos de lectura).

Se sabe que lo que hoy es nuevo, dentro de unas horas ya lo dejará de ser. Lejos de instituirse como una moda pasajera tal cual ocurre con Second Life (que de a poco va perdiendo usuarios), los blogs ya se organizan como la plataforma alternativa para nuevos comunicadores, personas que quieren compartir algo con alguien (aunque sea consigo mismos), y como la puerta de entrada elegida para informarse. Esa fuerza colaborativa (el “mucha gente informando a mucha gente”) se aprecia en especial en los blogs de ciencia que de a poco van imprimiendo su marca, su particular forma de ser.

Los blogs son un medio importante para contactarse con gente con intereses similares. Y los lectores de ciencia lo saben: ya sea porque piensan –erróneamente– que son unos pocos o que para enterarse de estos asuntos hay que ser un especialista. Y hay muchas variantes dentro de los mismos blogs de ciencia. Algunos explotan la veta curiosa (como “Fogonazos” –fogonazos.blogspot.com–, cuyo subtítulo es “asombros diarios”, “CPI: curioso pero inútil”, curiosoperoinutil.com o “GenCiencia” –www.genciencia.com–), la reflexión epistemológica (www.eduardpunset.es/blog, del escritor y divulgador científico español Eduardo Punset), la diversidad (como los blogs de la revista Wired, blog.wired.com: “Autopia”, “Beyond the Beyond”, “Compiler”, “Danger Room”, “Epicenter”, “Gadget Lab”, “Game|Life ” o “Geekdad” y “Microsiervos” –www.microsiervos.com–), el microuniverso de los gadgets o chiches nuevos (“Gizmodo” –www.gizmodo.es–, “Ubergizmo” –www.ubergizmo.com– o “Xataka” –www.xataka.com–). Y también están los blogs de periodistas especializados con acento en tendencias tecnoculturales (como “Futuratronics: cambios drásticos en la naturaleza y en la humanidad” de Andrés Hax –futuratronics.blogspot.com– o el de Pablo Mancini –www.pablomancini.com.ar–).

Los blogs (buenos y no tan buenos) son tantos que en esto los rankings sirven como ayuda. La revista Nature (que tiene unos cuantos como pla net.nature.com) recientemente hizo una selección de la que salieron como los “top 5”: “Parhyngula” (scienceblogs.com/pharyngula), “The Panda’s Tumb” (www.pandasthumb.org), “Real Climate” (www.realclimate.org), “Cosmic Variance” (cos micvariance.com) y el más político “The Scientific Activist” (scienceblogs.com/scientificactivist) desde donde, por ejemplo, se reclama un debate nacional (en Estados Unidos) sobre ciencia.

En cierta manera, los blogs de ciencia se organizan como ámbitos para desterrar las supersticiones y la paraciencia, así como apuestan por una ciencia más colaborativa y abierta. Al no haber un filtro (“cualquiera puede decir cualquier cosa”), el peso no reside tanto en el autor sino en el lector que deberá desarrollar ciertas competencias para distinguir el dato cierto del rumor y la mentira. Aun así, en ese punto no reside el máximo punto oscuro de los blogs. En una época en la que a todo se le adosa la chapa de “2.0”, la sobreabundancia de información y la imposibilidad de abarcar todo golpean y perturban. Sin guías orientativas, puntos de referencia confiables o sitios-faro, es fácil terminar desahuciado y salir más confundido y desinformado de lo que se entró.

Federico Kukso
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