lunes, 18 de mayo de 2009

Decenas de muros en el mundo son motivo de polémica

Al igual que hace casi 20 años, cuando cayó el muro de Berlín, la imagen de miles de personas cruzando una barrera fronteriza volvió ayer a ser noticia.

A pie, en autos o montados en burros, un mar de palestinos cruzó de la Franja de Gaza a Egipto, luego de que militantes de Hamas volaran el cerco limítrofe en Rafah. Y, una vez más, al igual que hace casi 20 años, los "muros de la infamia" volvieron a la memoria colectiva.

De piedra y arena; de metal y hormigón, y de alambre de púa; reforzados con cámaras de video, rayos láser y hasta sensores de calor, y custodiados por helicópteros, aviones robotizados y cientos de miles de soldados, actualmente existen en el mundo decenas de muros que dividen territorios.

Son barreras que se levantaron por distintos motivos: para controlar el flujo de inmigrantes indeseados, para mantener separados a grupos en conflicto o para limitar la posibilidad de ataques terroristas. Pero el fin de todos estos cercos es y ha sido siempre, desde tiempos remotos, el mismo: separar.

Y así, en plena era de globalización, donde se alza con fuerza la prédica de un mundo sin fronteras, estos instrumentos de control y exclusión se levantan por doquier.

Mientras que los restos del muro de Berlín se han convertido en souvenirs para los turistas que visitan Alemania, el paralelo 38 que divide a Corea del Norte de su vecina del Sur representa uno de los últimos vestigios de la Guerra Fría.

Descripto como "el lugar más espantoso del mundo" por el ex presidente norteamericano Bill Clinton, esta frontera de 240 kilómetros de largo es custodiada por dos millones de soldados, lo que la convierte en la zona más militarizada del mundo.

Pese a que ha comenzado a desmantelarse también la llamada "Línea Verde", que desde hace más de 30 años divide en dos a Nicosia (capital de Chipre), aún separa a los chipriotas según su origen, turco o griego.

En Marruecos, en tanto, el llamado "muro de la vergüenza", que fue construido con piedras y bolsas de arena a lo largo de 2400 kilómetros del Sahara occidental para evitar la entrada de independentistas, se asemeja más en la actualidad a una verdadera fortaleza militar, rodeada de campos de minas.

A pocos kilómetros de allí, una valla de alambres de púa intenta contener el ingreso de africanos en los enclaves españoles de Melilla y Ceuta.

La India, por su parte, construyó a principios de los 90 un muro de 550 kilómetros que la separa de Cachemira. Para reforzarlo instaló luego miles de kilómetros de cables electrificados.

Proyectos en marcha

Con la llegada del nuevo siglo, también llegaron nuevos vallados. En 2002, el gobierno israelí construyó un cerco de 600 kilómetros de largo en Cisjordania para proteger a sus ciudadanos de los ataques de terroristas palestinos.

Un año más tarde, Arabia Saudita inició la construcción de un muro de concreto a lo largo de su frontera con Yemen. Ahora, proyecta edificar otro en su frontera con Irak, similar al que ya existe entre este país y Kuwait.

Preocupado por la libre circulación de los talibanes y presionado por Estados Unidos, Paquistán empezó a construir un muro de defensa a lo largo de su frontera con Afganistán, mientras que los norteamericanos levantan en Bagdad un cerco para separar los barrios sunnitas de los chiitas.

Prácticamente todas estas barreras son cuestionadas en el mundo. Pero el muro que más críticas cosecha es el que construye Estados Unidos en la frontera de 3000 kilómetros que comparte con México, para contener las oleadas de inmigrantes ilegales. Y es que para muchos, con este proyecto, el país que más influyó en la caída del muro de Berlín se ha convertido, paradójicamente, en un defensor de la necesidad de construir su versión de un símbolo que tanto combatió.

Adriana M. Riva
Copyright 2008 SA LA NACION | Todos los derechos reservados

No hay comentarios:

Publicar un comentario