domingo, 10 de mayo de 2009

Crecer con dos papás (gays)

Los expertos dicen que es más importante la función que cumple un padre que su identidad sexual.

El estado de Massachussets se convirtió en el primero en permitir las uniones entre personas del mismo sexo. Y cada vez son más los niños criados por parejas de homosexuales. Como era de esperarse, el hecho ha causado mucha polémica. Entre los temas que más preocupan es cómo puede afectar a los niños ser criados en familias compuestas por dos papás o dos mamás. ¿Pueden las parejas del mismo sexo criar un hijo saludable? ¿Qué dicen los expertos sobre este tema? ¿Afecta la sexualidad de los niños en edad de desarrollo?

Una realidad que crece

Es imposible obtener una cifra exacta de la cantidad de padres homosexuales que existen. Esto se debe en parte a los prejuicios que la sociedad en general tiene sobre el tema.

Según el Censo del 2000, 415,970 niños viven con parejas del mismo sexo. Pero este dato no incluye padres y madres solteras, ni hijos de padres gay que no viven con ellos.

Grupos activistas de gays y lesbianas manejan otras estadísticas, como es el caso de un grupo llamado Children of Lesbians and Gays Everywhere o conocido por la sigla COLAGE (niños de lesbianas y gays de todo el mundo) que asegura que entre 6 y 10 millones de niños viven actualmente en una casa liderada por una pareja del mismo sexo.

¿Cómo se define una familia?

Más allá de los datos, el tema de los niños criados en el seno de una pareja homosexual, es una realidad innegable que cada vez se hace más evidente en la sociedad estadounidense.

“Es un tema al que hay que prestarle atención. En la actualidad deberíamos poder ponernos a pensar desde todas las disciplinas, qué es una familia, cuáles son los roles que deben estar cubiertos en una familia y qué lugar ocupan los niños en ella”, explica la psicóloga Karina Rotblat, experta en terapia familiar.

La mayoría de los chicos que tienen un padre o madre homosexual fueron concebidos en el contexto de una relación heterosexual en la cual uno o los dos padres en algún momento se declararon homosexuales.

A su vez, muchos de estos padres homosexuales forman pareja, algunos conviven con los hijos y otros simplemente mantienen un régimen de visitas semanal con el menor. La ley en muchos casos y dependiendo del estado, puede negar la custodia del menor al padre homosexual o le restringe el derecho de visita.

Las parejas homosexuales desean tener hijos por las mismas razones que lo hace una pareja heterosexual: el deseo de tener descendencia es un instinto humano básico que permite satisfacer el deseo de perpetuar la historia de la familia a través del tiempo, así como también el deseo de dar y recibir amor y la posibilidad de criar un ser humano junto al ser amado.

Para los papás del mismo sexo también existen las mismas preocupaciones sobre los hijos que para cualquier pareja: angustia sobre el tiempo para dedicarle a sus hijos, el dinero y la inmensa responsabilidad que implica una criatura.

Históricamente, a las parejas de gays y lesbianas se les ha negado la posibilidad de adoptar o se les ha negado la custodia de sus hijos en el caso de divorcio.

Contra todos los obstáculos

A pesar de todo esto, cada vez más parejas de gays y lesbianas están concibiendo niños y son cada vez más los estados que permiten este tipo de procedimiento.

Además, deben decidir si intentarán adoptar un niño o concebirlo, en cuyo caso necesitarán contar con un donante de esperma o con un donante de óvulo y un útero prestado en el caso de los hombres. También deberán buscar el lugar apropiado para realizar esto y luchar contra una gran cantidad de leyes que los discriminan y limitan.

Las justificaciones legales y las creencias sociales que sostienen esta postura se basan en que los niños en esta circunstancias sufren la estigmatización, la segregación de sus pares y de la sociedad y a la vez desarrollan problemas de conducta, emocionales y psicosexuales.

Durante los últimos 20 años, muchos investigadores han tratado de determinar si existe un soporte empírico a estas afirmaciones. En otras palabras…¿Es cierto que los chicos criados por padres homosexuales tienen más problemas?

La orientación sexual no hace al padre

Ya en el año 2000, la Asociación de Psiquiatras de Estados Unidos y la Academia Nacional de Pediatría declararon que “ existe una gran cantidad de literatura científica que demuestra que los niños que crecen en una familia que tiene uno o dos padres homosexuales tienen el mismo funcionamiento social, emocional, cognitivo y sexual que los niños criados en el seno de una pareja heterosexual”.

Todas las investigaciones relacionadas con este tema se centran en estudiar dos cosas:

La actitud y capacidad de los padres del mismo sexo en su función de padres.
El desarrollo emocional y cognitivo de los niños, sobre todo, su identidad sexual.
La actitud de los padres

Lo que se ha tratado de determinar es si los padres homosexuales son tan buenos o malos padres como los heterosexuales.

Las leyes que discriminan a las parejas del mismo sexo se basan en la suposición de que los padres homosexuales son diferentes a los heterosexuales y que eso perjudicaría el buen desarrollo de los niños.

“Una pareja de homosexuales hace una apuesta, una lucha y un esfuerzo muy grande contra los patrones establecidos para poder tener un hijo. Eso habla de un deseo muy fuerte de ser padre o madre y compartirlo con su ser amado. Los padres homosexuales pueden ser tan buenos o malos padres como los heterosexuales”, explica Rotblat.

Las investigaciones realizadas muestran que los padres homosexuales son tan eficientes como los heterosexuales y hasta en muchos casos, son más dedicados en cuanto a disciplina, educación y recreación de los menores, según lo especifica un reporte publicado por la Asociación Americana de Pediatría.

“Lo importante para el desarrollo normal de una familia no es la identidad sexual de los padres sino las funciones que cumplen. Es fundamental que haya funciones diferenciadas, que cada uno ocupe su lugar y su función aunque sean del mismo sexo”, señala la psicóloga.

Por otra parte, la asociación de pediatras señala que las madres lesbianas sometidas a pruebas psicológicas han demostrado tener un funcionamiento emocional dentro del rango de lo normal. Incluso las lesbianas, han demostrado estar más preocupadas porque sus hijos tengan un modelo masculino que las madres heterosexuales que están divorciadas.

Niños "normales"

Ninguno de los 300 niños estudiados han mostrado tener confusión en cuanto a su identidad sexual, ni tienen más tendencias homosexuales que cualquier chico de una familia tradicional.

El estudio de la Asociación Americana de Pediatría señala que la identidad sexual de los adolescentes que fueron criados en el seno de una pareja homosexual es consistente con su identidad biológica. En otras palabras, que los varones siguen siendo varones inclinados sexualmente hacia las mujeres y viceversa.

Sin embargo, hombres y mujeres que han tenido madres lesbianas se mostraron más abiertos a tener una pareja del mismo sexo que los que tuvieron una madre heterosexual.

El desarrollo emocional y social de los niños

Como la mayoría de los niños que tienen uno o los dos padres homosexuales han sufrido el divorcio de sus padres biológicos, su desarrollo emocional debe ser pensado en el contexto de chicos con padres separados.

En este contexto, la Asociación Americana de Pediatría sostiene que la investigación en este caso, también demuestra que los niños criados por una madre lesbiana divorciada presentan conflictos muy similares a hijos de madres heterosexuales divorciadas.

Tampoco se han comprobado que existan diferencias en cuanto a la autoestima, relaciones sociales, trastornos de personalidad, rendimiento académico y calidad de las relaciones familiares entre chicos con una madre lesbiana y con una madre heterosexual.

“Para los especialistas, lo más importante para el desarrollo emocional de los chicos no es si el padre o madre es homosexual, sino que sea una persona psíquicamente saludable, que esté bien afianzado en su sexualidad y que no represente un peligro para sí o para los demas”, dice Rotblat.

Las investigaciones demuestran que los hijos de padres divorciados tienen una autoestima más alta cuando sus padres (no importa que sean del mismo sexo o no ) mantienen una buena relación a pesar de la separación y han formado una nueva pareja.

Los niños que nacieron y se criaron en el seno de una pareja de lesbianas o gays han demostrado ser normales en todo sentido, señalan los expertos, incluso en algunos casos han demostrado ser mas cariñosos, más abiertos y más colaboradores que los provenientes de una pareja heterosexual.

La Asociación de Pediatras concluye que si bien se necesita seguir explorando el tema toda la investigación que se conoce hasta hoy en día demuestra que no existen grandes diferencias entre familias guiadas por una pareja heterosexual que por una del mismo sexo. Por lo tanto, la evidencia científica con la que se cuenta apunta a establecer que este tipo de familias no representarían ningún riesgo para los niños.

Castigados por la sociedad

Sin embargo, los estudios también demuestran que por mejores que sean los padres del mismo sexo, no pueden evitar que sus hijos sufran la estigmatización, y la discriminación de una sociedad a la que todavía le cuestan estos cambios.

El desarrollo óptimo de un niño aparece más determinado por el tipo de relación que existe dentro de la unidad familiar que por la estructura que la conforma. “Lo importante es que el niño registre que hay diferencias, aún dentro de un mismo género. La trampa en que puede caer una pareja homosexual es convertir al hijo en un estandarte de la causa pro homosexual. El hijo tiene que ser hijo para poder integrarse en una sociedad de una forma saludable”, advierte la experta.

A pesar de todos estos estudios, los detractores y oponentes acérrimos de las uniones entre homosexuales dicen que “ninguno de estos estudios poseen validez científica”, tal como escribió en Steven Nock de la Universidad de Virginia en una affidávit presentado ante la corte superior de Ontario en un caso de matrimonio entre personas del mismo sexo. Casos como ese se repiten en todo el país.

Lo cierto es que a medida que las uniones oficiales entre homosexuales se hacen más frecuentes, aumentarán los estudios y tendremos más datos para poder sacar conclusiones sobre este controversial tema. Algo sí que es seguro: el debate continuará durante muchos años más.

Testimonios: Historias de homosexuales que decidieron ejercer su derecho a la paternidad

Algunos se han hecho cargo de sobrinos e hijos biológicos, mientras otros pelean en tribunales las visitas a sus retoños. Una campaña de Sidacción -denominada “Todos somos familia”- busca debatir sobre el derecho de los homosexuales a criar un niño. Porque la educación y el cariño van más allá de una opción sexual, dicen.

“Podemos ser más responsables que cualquier heterosexual”

Germán tiene 35 años y es técnico en construcción metálica. Por casi un año y medio mantuvo una relación de pareja con una mujer a la que amaba. Decidido a casarse y formar una familia, pese a sentirse atraído por su mismo sexo. “Tenía miedo a ser diferente”, cuenta.

Pero el impulso y los sentimientos fueron más fuertes. Asumió su homosexualidad y terminó el noviazgo. Una semana después, su ex le dio una gran sorpresa: estaba embarazada. Y no sólo eso, le entregó dos argollas y le pidió que se casaran. En ese momento, Germán respiró hondo y le respondió: “no puedo... soy gay”.

Aunque la confesión fue un fuerte golpe para la mujer, insistió en el enlace, pero esta vez la respuesta fue rotunda: No. En ese momento, ella le prometió que nunca más volvería a saber de su retoño.

Germán comenzó a vivir su opción en forma libre, pero sin olvidar la presencia de su hijo. Sin embargo, mantuvo cierta distancia por un tiempo debido al temor de que se supiera que su pequeño tenía un padre homosexual. “No quería que se burlaran de él”.

Fue a través de su madre, quien reclamó el derecho a ser abuela, que Germán comenzó nuevamente a acercarse al niño. Hoy tienen una buena relación, pero no puede estar junto a él todo lo que quisiera. “Me gustaría que viviera conmigo, darle una educación y cuando esté más grande quiero que entienda mi historia”, agrega.

Sin buscarlo la vida le dio una segunda oportunidad. Ha criado a sus dos sobrinas, a través de las cuales ha podido desarrollar su paternidad. “Soy su niñero, las he mudado, bañado y preocupado de ellas en todo momento”. Pero todavía sueña con criar a su hijo de 9 años. “Los valores no se pierden por ser uno gay, eso se aprende de los padres y quiero inculcarle esos valores a mi niño. Lo que yo haga en la cama sólo es problema mío. Hay muchos mitos y prejuicios entorno a nosotros, pero podemos ser incluso más responsables que cualquier heterosexual”

“Sólo tengo palabras de cariño y respeto para con mi tío”

Para Jorge Lorca (29 años), su tío Jaime (57 años) es su segundo padre. Criado en medio de una familia en que todos respetaban las diferencias, este químico industrial recibió los cuidados y la protección de su familiar durante ocho años.

“Vivíamos todos juntos, pero como mis padres trabajaban, mi tío se encargó de mi desde que era una guagua”, recuerda.

Ya en la adolescencia, comenzó a sospechar que Jaime era gay. Pero todos lo sabían y nunca fue un tema importante para cuestionar o analizar. “Yo me iba con mi pareja de ese entonces a la playa un fin de semana y me llevaba a mi sobrino... y nunca sentí que en mi familia alguien dudara de mi. Si yo era su segundo padre”, cuenta Jaime.

Incluso se ríe de aquellos que piensan que un gay no puede criar a un niño porque puede abusar de él. “Podía estar con mi pareja en la cama y mi hermana ponía a mi sobrino entre nosotros para que lo cuidáramos, porque sabía que no estaría con nadie mejor que conmigo. Los que piensan con maldad son ignorantes”, agrega.

Jorge está más que agradecido de la educación de su tío. “Sólo tengo palabras de cariño y respeto para con él. Me enseñó a ser más tolerante. Tengo hoy dos hijos y si tengo algún problema, al primero que recurro es a él y no dudaría en dejarlos a su cuidado”.

Sin embargo, reconoce que su historia es una excepción dentro de la conservadora sociedad chilena. “Estamos a años de otros países, pero hay que discutir este tipo de temas. Espero que las nuevas generaciones sean más abiertas y se pueda avanzar en temas como la unión civil entre gay. Sin eso, menos podremos aceptar que un homosexual adopte o críe a un niño”, advierte Jaime.

“Es absurdo que por ser gay no pueda hacerme cargo de mi hija”

A los 17 años, Diego conoció a quien ese entonces era su gran amor. Por cuatro años mantuvo una relación que esperaba terminara en una familia. Incluso tuvieron una hija.

Pero algo no andaba bien. Se sentía atraído por los hombres. Finalmente terminó y entró en una profunda depresión. Conoció a otra mujer y de ahí en adelante decidió no mentirse más y asumir su homosexualidad.

El costo de esa decisión fue no ver a su pequeña por casi tres años. “Pensé que era mejor alejarse porque las cosas no terminaron bien con mi ex, además no tenía trabajo”, reconoce Diego.

Sin embargo, el amor que sentía por su hija pudo más y recurrió a tribunales para pelear el beneficio de visita. La batalla entre él y la madre de la niña fue cruenta: “Me acusó incluso de ejercer el comercio sexual” y a duras penas consiguió ver a su hija por dos horas en el juzgado, dos veces a la semana.

“Era humillante, porque mientras estaba con ella, tenía vigilancia. Me dijeron que era un peligro público”, rememora.

El sistema no duró más de cuatro visitas. Decidió encarar a su ex pareja y llegar a un acuerdo. Finalmente hoy puede estar junto a su niña de 9 años cuantas veces quiera. “Se queda conmigo y trato de ser su amigo, aunque también impongo disciplina, porque es un poco caprichosa”, cuenta.

Diego espera que cuando la menor cumpla 12 años, pueda contarle que es gay. “Yo quiero lo mejor para ella, todos saben que tengo una hija y me siento orgulloso de ella. Es absurdo pensar que porque soy homosexual no puedo hacerme cargo de ella. De hecho siempre ando a la defensiva para que nada le pase”, reconoce.

¿La sociedad chilena aceptará este tipo de familia? Difícil lo veo, ya que aún existe la percepción de que ser gay es sinónimo de pedófilo o libertino. “En algún minuto, pensé volver con mi ex pareja sólo para darle un hogar tradicional a mi hija, pero me di cuenta que no era lo mejor. Lo mejor es ser honesto y aceptar las diferencias sin miedo”, dice tajante.


Verónica Wolman
©2005 SentidoG.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario