lunes, 11 de mayo de 2009

Yo me quiero casar (Parte 1 de 2)

NUEVA DELHI (DPA).– El dinero posliberalización y los encuentros on-line están proporcionando a las parejas de las grandes ciudades buenas oportunidades para concertar, ayudar o guiar su matrimonio, aunque algunos padres se quejan de la occidentalización y de la independencia emocional de la juventud en India.

“En esta época, los jóvenes son imparables”, dice Renu Puri, una madre de Bombay con dos hijos casados. “Y cuando se trata de asentarse, están completamente seguros de la pareja que quieren tener. Hoy, se enamoran, nos informan sus intenciones, y los padres corren de acá para allá para reunir a ambas familias y concertar la boda”, agrega Puri.

En India, todos los caminos conducen al matrimonio. La crianza, la educación, la carrera, la temprana fundación de una familia, asentarse, casarse: todo apunta hacia una boda, casi siempre concertada.

“En las grandes ciudades, hombres y mujeres ganan bastante bien, tienen citas frecuentes y están mejor informados. Están cambiando las fórmulas. Los jóvenes tienen más libertad para elegir”, dice Vijiya Ramaswamy, de 48 años, profesor universitario de sociología. “Suben su perfil a los sitios matrimoniales de Internet, chatean e incluso publican anuncios en los periódicos. A muchos no les interesan las intrincadas diferencias de la casta, el lugar de residencia, los antecedentes familiares o la comparación de horóscopos. Ya no quieren depender de su familia para encontrar a la pareja adecuada”, agrega Ramaswamy.

“Encontré a mi compañera para toda la vida navegando en los sitios matrimoniales de Internet. Conocí a varias mujeres y cuando encontré a la correcta, mantuvimos un noviazgo de seis meses”, dice Pawan Singal, cuya madre se casó por voluntad y concertación de su propio padre. Este recurrió al barbero y tendero local (una costumbre muy antigua y en la década del 60 aún muy arraigada) para que le buscara la pareja correcta.

Los sitios matrimoniales on-line son una réplica de las costumbres indias. Los familiares y amigos de los que quieren casarse, e incluso colegas del trabajo, hacen perfiles y buscan estableciendo parámetros que van desde los hábitos alimentarios hasta la posesión de tarjetas verdes, o green cards (para conseguir ciudadanía estadounidense).

Los dos sitios matrimoniales más importantes, Bharatmatrimony.com y Shaadi.com, que sin duda no le sacan los ojos de encima al pastel matrimonial de cada año, tienen entre ambos 12 millones y medio de miembros que pagan suscripción, y muchos más suscriptores gratuitos.

“En un matrimonio concertado, los cónyuges son elegidos por otros basándose en otras consideraciones además de la atracción mutua preexistente entre la pareja”, dice Venkat Gopinath, un abogado defensor que ayuda a la gente en casos matrimoniales y de divorcio. “Hoy las personas ganan más, viajan al exterior y no temen enojar a su familia si buscan pareja por su propia cuenta. De manera que han aparecido otros elementos, como la compatibilidad de sensibilidades, la ocupación y la atracción sexual. Ya no importa tanto la familia, sino el individuo”, añade Gopinath.

A medida que la sociedad india ha ido dejando de ser feudal-socialista para volverse más capitalista, las familias unidas, que antes eran la regla, se están dividiendo en familias nucleares y afectan a las bodas concertadas.

“Concertados o por amor, en las ciudades los matrimonios ya no son acontecimientos tranquilos. La economía de mercado prima. Hay un despliegue casi isabelino de riqueza y poder. Los ingresos dobles, la presión laboral y la decisión de vivir en una familia ampliada o nuclear está cambiando la dinámica de elección de la pareja”, dice Ramaswamy.

Algunos padres están preocupados porque las costumbres asociadas con los matrimonios concertados se están derrumbando.

“Las cosas han variado mucho en los últimos diez años. Las mujeres ganan mucho más y son más independientes en el plano emocional. Se están occidentalizando y olvidan nuestra cultura”, sostiene Kapil Berry, padre de dos hijas, ambas solteras y dedicadas a carreras de alto nivel. “La ceremonia tradicional del matrimonio hindú incluye entonar himnos sánscritos ante el fuego durante 3 o 4 horas; el novio y la novia no pueden encontrarse desde unos días antes de la boda, y está prohibido casarse fuera de la propia casta. La gente ya no respeta esas condiciones. Y eso afecta al matrimonio”, dice Berry.

Y Krishan Kaura, que es abuelo, considera que la creciente tendencia a vivir juntos, que una de sus hijas practica, es incomprensible y una decadencia de la cultura india.

“Sin duda, hay grandes peligros en vivir juntos. Pero yo soy financieramente independiente y quiero asegurarme de que conozco bien a mi pareja, ya sea en cuanto a sus intereses o a nuestra compatibilidad sexual, antes de tirarme a la pileta. Un período de noviazgo antes de una boda concertada no alcanza”, afirma Garima, hija de Kaura.

Rohit Karir

Las grandes ceremonias en la moderna Ucrania
Kiev (dpa).– El cielo es el límite en la moderna Ucrania, un país que siempre se enorgulleció de las celebraciones matrimoniales tradicionales, que reunían durante días a los habitantes de las aldeas, y donde ahora está a la orden del día celebrar una boda excesiva y destinada a impresionar, que no resulta para nada barata. En esta temporada, en Ucrania, hace furor un vestido de novia sin breteles de color beige (se vende como “champagne”), con falda amplia y profusamente bordado con gemas. Recientemente, un sábado a la tarde, en Laura Salon, una tienda de mediano nivel de Kiev, cuatro futuras novias que buscaban un traje de novia único y perfecto pidieron ese mismo vestido, y a ninguna de ellas se le movió un pelo cuando vieron el precio, equivalente a tres meses de ingresos brutos de una familia ucraniana de clase media.

Un vestido de novia importado de Italia, de buen nivel –casi siempre de la temporada anterior– puede costar en Ucrania lo mismo que un automóvil sedan europeo.

Las glamorosas tiendas de Kiev ofrecen ahora, a pedido y en colores a elección, almohadones acolchados para apoyar los anillos, ligas a medida para el muslo de la novia, bolsos para complementar su exquisito vestido, manteles y servilletas para el banquete.

Incluso hay sábanas con monograma y togas de seda para dormir (transparentes para ellas, viriles para ellos) para la noche de boda.

Además de las viejas y aburridas invitaciones y tarjetas de participación, la incipiente industria publicitaria ucraniana vende álbumes de boda impresionantes: libros de tapa dura adecuados para cualquier mesa de living y repletos de lustrosas fotografías, historias de vida, los árboles genealógicos de los recién casados rastreados por un especialista. eso sí, al abusivo precio de... dos mil dólares.

Por un mínimo de 15.000 dólares, la empresa de producción cinematográfica Sviadbakino, de Odessa, rodará un largometraje de la boda, con luz, cámara, acción, argumento, música, un director y edición profesional.

Como en siglos anteriores, una adecuada fiesta de bodas ucraniana sólo se considera un éxito si duraba más de un día y todos los asistentes eran colmados a reventar, repetidamente, de comida y bebida.

Pero ahora también se agrega un intenso esfuerzo destinado a entretener a los invitados con disc-jockeys, grupos pop, bailarinas que hacen la danza del vientre, cómicos, fuegos artificiales y bailarines de salón, sin olvidar a los astrólogos contratados; todo ello, con el propósito de combatir el aburrimiento entre plato y plato.

El intercambio de votos matrimoniales ya no se realiza siempre en el registro civil de la ciudad, ante un burócrata ceñudo. En estos días, los ucranianos declaran su amor eterno en ámbitos nuevos y especiales: buceando en el mar Negro, cerca de los restos de un naufragio de la Segunda Guerra Mundial, en la cumbre de una montaña en los Cárpatos, durante el entretiempo de un partido de fútbol, en un vapor fluvial o incluso en una isla deshabitada del río Dnieper... Todo ello posible si se le pagan honorarios a una de los miles de empresas que ofrecen servicios matrimoniales en el país.

Pese a todo, los registros civiles están haciendo excelentes negocios, y durante el verano los más populares deben reservarse con un mes de antelación. Cumpliendo las reglas consagradas de la burocracia ucraniana, la mejor manera de evitar una espera de dos horas es que alguien (usualmente, el desafortunado padre de la novia) soborne al personal de la dependencia para que los case a tiempo.

Una clara innovación postsoviética es la bendición de la pareja, algo que en la Ucrania mayoritariamente cristiana está a cargo de un sacerdote ortodoxo. También en este rubro el mercado ofrece opciones. Una bendición en una recepción hogareña puede conseguirse, a veces, a cambio tan sólo de invitar al sacerdote al banquete.

Por otra parte, un servicio religioso completo en una iglesia del siglo XII, considerada uno de los sitios más sagrados del cristianismo ortodoxo, sólo se logra después de una donación de varios miles de dólares.

Una parte esencial de cualquier boda ucraniana de alto nivel es, en estos días, la comitiva de autos que llevan a todos los invitados a los lugares más bellos de la ciudad, donde la pareja posa, un fotógrafo profesional plasma su imagen para la posteridad y los asistentes beben.

La industria de alquiler de automóviles ucraniana ofrece una extraordinaria variedad de transportes para la expedición que incluye, además de limusinas y autobuses, carruajes de cuatro caballos, rickshaws, carros, helicópteros, vehículos militares, Mercedes 500 con vidrios polarizados (esos preferidos por los hampones) y hasta un Cadillac convertible de color rosa o blanco.

Otra opción es un tren de seis vagones (un vagón restaurante, dos de descanso, otro para la capilla, otro para bailar, otro para el personal y una locomotora), en el que una pareja con sus cien amigos más íntimos puede celebrar la ceremonia, bendecirla y luego bailar durante varios días y noches en un viaje que termina en Escandinavia, y todo eso por “apenas” unos 10.000 dólares diarios.

Natalia y Evhen Simenov, que se casaron en abril, dieron a su boda un carácter exclusivo al transportar a sus invitados en 52 coches Chevrolet Aveo, estableciendo así (según la revista Vasha Sviadba) el récord mundial del cortejo nupcial más largo que empleó como medio de transporte una única marca de autos.

“¡Fue tan impresionante que nos dejó sin aliento! –explicó la flamante señora Simenov–. Por una hora fuimos estrellas de cine.”

Stefan Korshak

Matrimonio (y divorcio) a la holandesa
AMSTERDAM (DPA).– Nadie asistió a la boda de Janneke van den Berg, de 31 años, con Bart Loman, de 32. Firmaron el certificado de matrimonio en un mostrador de la municipalidad de Utrecht con dos empleados de la ciudad como testigos.

Detrás de ellos había una fila de personas que iban a pedir el pasaporte o a renovar la licencia de conductor. Costo de la boda: 100 euros.

Por su parte, Loes Hal, de 26 años, y Maarten Rijnsma, de 33, sí tuvieron invitados: 67 para ser precisos. Maarten Rijnsma estaba de smoking, con una rosa blanca en el ojal.

Hal vestía un clásico traje de novia blanco y sostenía en sus manos un bello ramo de rosas blancas. Todos los invitados lucían también ropas festivas..., a las 9 de la mañana de un lunes en el ayuntamiento de Amsterdam. Costo de la boda: ninguno.

Miranda Baan y Jaap Duiveman, ambos de 56 años, se divorciaron en semanas hace dos años. A su pedido, un notario convirtió su matrimonio de 30 años en una “sociedad registrada”, permitiéndoles así rescindir el contrato legal sin recurrir a los tribunales. Costo: poco menos de 500 euros.

Los holandeses suelen quejarse de la burocracia de su país, pero cuando se trata del matrimonio o del divorcio, la realidad holandesa es simple si se la compara con la de los demás países. A los holandeses les gusta que los asuntos legales sean ágiles, sin obstáculos ni demoras.

En la sociedad individualizada de Holanda, un contrato legal como el del matrimonio puede realizarse según el gusto de cada uno.

Esa es una de las razones por la que los holandeses fueron los primeros en legalizar el matrimonio gay (en 2001). También explica por qué en Holanda uno puede casarse prácticamente en todas partes y en cualquier momento, y sólo el gusto personal y el presupuesto financiero condicionan el deseo de cada pareja.

En promedio, una ceremonia civil diurna cuesta pocos cientos de euros.

Fuera del horario de atención, y en locaciones exclusivas, puede costar más. Por ejemplo, una boda celebrada un sábado por la tarde en el Krasnapolsky Hotel, un cinco estrellas de Amsterdam, cuesta alrededor de 2000 euros.

Pero los casamientos realizados temprano a la mañana, en alguna dependencia municipal, tienden a ser de bajo costo o gratuitos.

“No queríamos malgastar dinero en la ceremonia”, dicen Van den Berg y Loman, quienes firmaron su certificado en el mostrador de la municipalidad.

“Teníamos otros planes para celebrar nuestro casamiento –continúa Van den Berg–. Perdí a mi hermana en un accidente de tránsito el año pasado y queríamos aprovechar la oportunidad de nuestra boda para recordarla. Ella nos presentó. Así que haremos la fiesta en el sur de Francia, el lugar que mi hermana amaba, y que a nosotros nos encanta. Alquilamos una gran villa por una semana, para toda la familia.”

Hal y Rijnsma, que se casaron gratis un lunes por la mañana, dicen que les hubiera encantado tener una gran boda, pero “simplemente no teníamos dinero. Loes quedó embarazada y decidimos casarnos. Hace unos años que estamos juntos, pero hasta ahora nunca habíamos planeado tener una familia. Nuestra situación financiera no es floreciente en este momento –dice Rijnsma–. Sin embargo, una vez que decidimos casarnos, es mejor hacer algo para destacar la ocasión. Esto fue ideal para nosotros. Alquilamos los trajes para las fotos, nos casamos gratis un día lunes.”

Las municipalidades holandesas no saben exactamente cuántas personas se casan gratis o con un costo bajo.

“No llevamos estadísticas –comenta un vocero del ayuntamiento de Amsterdam–. Pero, por lo que sé, esas bodas se realizan regularmente.”

Hablando de su divorcio, Baan y Duiveman dicen que querían “separarse amistosamente, pero rápido. Un divorcio relámpago era la manera más barata de lograrlo. Nuestro matrimonio se fue transformado en una sociedad, que luego disolvimos”, explica Baan.

Dos años después del divorcio, Baan está feliz de que no hayan gastado ni dinero ni tiempo en el trámite. Pero admite que, sin darse cuenta, renunció a muchos derechos financieros.

“En un divorcio relámpago, uno básicamente redacta su acuerdo de separación, pero sin participación de abogados y de la corte, y temas como los derechos de pensión no se establecen de manera adecuada –explica la mujer–. Retrospectivamente, advierto que dividimos los bienes de manera igualitaria, pero no hicimos ningún acuerdo para dividir la pensión de Jaap. Según la ley holandesa de divorcio, me habría correspondido la mitad.”

La falta de protección del cónyuge más débil –con frecuencia la mujer– y el no reconocimiento internacional del “divorcio relámpago” holandés, impulsaron al Parlamento holandés, el 7 de junio pasado, a abolir ese procedimiento.

Se está elaborando ahora una nueva ley de divorcio que contempla todos estos problemas. Según la nueva norma, sólo las parejas sin hijos podrán optar por ese sistema rápido sin tener que utilizar los recursos judiciales.

Las parejas con hijos que quieran divorciarse estarán obligadas a presentarse ante la corte con un “plan parental”, especificando exactamente la responsabilidad de cada padre después del divorcio. Los expertos judiciales están trabajando en los detalles de esta nueva ley.

Rachel Levy

Traducción: Mirta Rosenberg
Revista La Nacion / Buenos Aires / Argentina

No hay comentarios:

Publicar un comentario