lunes, 11 de mayo de 2009

Hay quienes se resisten a usar celular

Son los "bichos raros" de la modernidad. En una sociedad en la que estar comunicado las 24 horas es casi una necesidad imperiosa, y en un país donde hay 30 millones de líneas de teléfono móvil activas sobre un total de casi 40 millones de habitantes, ellos eligieron no tener celular.

Este detalle, que hasta hace apenas diez años hubiera pasado inadvertido para la mayoría de los argentinos, hoy convierte a quienes no tienen teléfono móvil casi en extraterrestres, sobre todo para aquellos que no conciben la vida sin celular.

Pero ¿quiénes son los que no sucumbieron (por ahora) a la telefonía móvil? Según Enrique Carrier, titular de la consultora Carrier & Asoc., especializada en consumos de productos vinculados con Internet y las telecomunicaciones, existen cuatro grandes grupos entre quienes no usan celulares.

"Primero, los menores. Si bien bajó mucho la edad de ingreso en el mercado de telefonía celular, esto tiene un límite. Es impensable que un chico de 5 años use celular. Otro gran grupo son los niveles socioeconómicos más desfavorecidos que se han ido incorporando de a poco. Y el tercer grupo son los adultos mayores, para quienes los celulares resultan demasiado complejos", describe Carrier.

Una cuestión de actitud

Pero hay un cuarto grupo, dice el consultor, que lo componen los que tienen una postura tomada respecto del uso del celular. "Es minoritario. A este grupo le venimos haciendo un seguimiento con entrevistas casi todos los años. La mayoría son personas que no los usan por una cuestión de actitud. Adoptan una postura contestataria. Entre ellos, hay un segmento que son jóvenes y otro, personas de edad intermedia", describe Carrier.

Claudia Cosenza es una profesora de mediana edad. Ella y su marido se reconocen como parte del club de los que no tuvieron, no tienen ni piensan tener celular. "No me interesa. Yo trabajo en casa y, la verdad, nunca sentí que necesitara un celular. No veo la necesidad, con la cantidad de locutorios que hay", declaró a LA NACION.

Ella niega que se trate de una cuestión de rebeldía, aunque reconoce que no le molesta ir en contra de lo que todo el mundo tiene o quiere. "Vivimos en una sociedad muy infantil; lo tiene todo el mundo, incluso el que no lo necesita. Es una cosa contagiosa. Además, eso de estar disponible las 24 horas no me va. De hecho, tampoco tengo contestador en casa. Y raramente miro televisión y me conecto muy poco a Internet", cuenta Claudia.

Entre los que eligen escapar del celular, hay jueces, periodistas y hasta empresarios, que delegan en sus secretarias o personas de confianza su aparato para evitar ser interrumpidos o molestados.

Jorge Nogués, periodista de 30 años, decidió formar parte del círculo de los que no tienen celular. El, como tantos otros detractores del aparato, es un "arrepentido". Tuvo celular durante 10 años, hasta que un día, harto del servicio deficiente que le brindaba su empresa, decidió darlo de baja en forma definitiva.

"El teléfono funcionaba mal: se cortaba; no mandaba ni recibía mensajes... era un calvario. Hasta que me cansé y dije «basta». Siempre había tenido la fantasía de destrozar el celular contra la pared. Y lo hice. Fue una liberación. A partir de ahí, juré no tener celular, salvo en un caso de extrema necesidad", contó Nogués.

Desde que aquel defectuoso aparato se rompió en mil pedazos contra la pared, pasaron dos años. "Gané en tranquilidad; no me estreso más porque se me corta una comunicación. Sé que nadie me puede ubicar y eso me tranquiliza. Al principio tuve un síndrome de abstinencia de un mes, pero se puede vivir sin celular", jura el periodista.

De detractores a adictos

Para Carrier, este segmento que se niega a tener teléfono móvil es casi marginal y no hay acciones directas de las empresas para conquistarlos. "La estrategia de las compañías es esperar. Piensan que van a entrar solos. Lo que finalmente los convence no son las empresas, sino su propio entorno, que les impone la necesidad de tener un celular", relata el consultor.

Otro dato: según Carrier, basados en el seguimiento que les hicieron a los que finalmente sucumbieron ante el celular, cuando estas personas lo incorporan a su vida se vuelven mucho más dependientes del teléfono móvil que los demás. Y también está el caso de los que pasan de no tener ningún teléfono a incorporar dos, como Jorge, de 65 años, que pasó de la negación "móvil" a la duplicación "celular".

"No tenía, y hace dos años me incorporé a una flota que armó mi hijo para la familia, de modo de hablar gratuitamente con todos sus miembros. Y un par de meses más tarde, por razones laborales, empecé a formar parte de otra flota, para hablar sin costo con otro grupo de personas", dijo a LA NACION.

Ahora, cada vez que Jorge entra en un negocio de telefonía, hace la misma pregunta. Y la respuesta siempre es negativa: "¿Tienen fundas para llevar dos celulares a la vez?".

Se estima que en el mercado, el 10% de las líneas está en manos de personas que tienen más de un celular.

El de Pablo, de 25 años, es un caso especial: vive en Luján y usaba dos celulares: uno, el suyo, y otro, el que le proveía la compañía para la que trabajaba. Pero cuando se puso de novio con una chica de la Capital, para evitar las llamadas de larga distancia, decidió incorporar un aparato más a su vida: un equipo que se encontraba en flota con el de su amada, de modo de poder hablar con ella sin pagar un peso.

Laura Reina
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