lunes, 11 de mayo de 2009

Ahora, los escritores se ofrecen

LOS ANGELES ( The New York Times ).- Probablemente, la mejor manera de imaginarlo sea como una película de horror, pero con elementos cómicos.

Esta es la gran ocasión: 200 escritores de todas partes pagan 395 dólares cada uno para tener una entrevista cara a cara con agentes y encargados de compras de Hollywood. Cazatalentos de las agencias y empresas más importantes, de los estudios y las compañías productoras se sientan ante pequeñas mesas de conferencia, esperando que los sorprendan y los deslumbren. Pero los esperanzados guionistas potenciales, que se imaginan protagonistas de una historia como la de Cenicienta, sólo tienen siete minutos para presentar sus ideas antes de que su tiempo se acabe tan inexorablemente como la caída de una guillotina, y los acompañen a la puerta... y de regreso al olvido.

El undécimo Festival de Hollywood, organizado por la revista Fade In , la versión de la industria cinematográfica y televisiva de las citas veloces, era una colmena de actividad durante el fin de semana. Cualquiera podía hacer su intento y apuntarles a la fama y a la fortuna, hasta que sonaba la campana y el maestro de ceremonias le decía que su tiempo había terminado.

"Me siento como si estuviera en American Idol , dedicado a destrozar los sueños de las personas", dijo una agente de talentos de Endeavor después de rechazar velozmente seis propuestas.

Y, sin embargo, año tras año, los esperanzados vuelven, una y otra vez, a sentarse ante esa mesa. "Es acertar o errarle. Pero si no estamos dispuestos a escuchar ideas, no estamos dispuestos a cumplir con nuestro trabajo. A mí me gusta reunirme con gente entusiasmada con una idea", dijo Rob LaPlante, un productor entre cuyos créditos se incluye el reality show El aprendiz .

Una joya entre las piedras

Los compradores y representantes están buscando un diamante auténtico entre las piedras, de la misma manera en que Monster , el film por el que Charlize Theron ganó un Oscar, fue encontrado en un acontecimiento similar, patrocinado por el American Film Institute.

Daniel Weisinger, de Junction Films, fue quien descubrió y produjo Monster. Dijo que menos de una de cada diez propuestas valía la pena, pero no se quejó. "Se trata más de la persona sentada frente a uno que de la propuesta. La gente puede mejorar en cuanto a su oficio. No se puede enseñar el talento, pero sí se pueden enseñar los métodos para dejarlo emerger", dijo. Y Todd Cohen, una productora de televisión, dijo que le había interesado al menos una propuesta de un equipo de autores que le habían planteado una comedia familiar. "Hay tantas ideas diferentes circulando por allí que uno nunca sabe de dónde le va a llegar la próxima propuesta interesante", afirmó.

Para los aspirantes a guionistas, esta clase de acontecimientos ofrece una rara oportunidad de saltar las barricadas que aíslan a Hollywood, ya que muchas de las empresas que participan normalmente no aceptan ideas o guiones que no hayan solicitado.

Incluso los rechazos proporcionan a veces devoluciones valiosas. Michael Sugar, de Anonymous Content, una empresa productora, suele aconsejar a los rechazados cómo mejorar sus propuestas la próxima vez. "Me gusta ayudar a la gente", dijo.

No obstante, Sugar afirmó estar gratamente sorprendido por lo que había escuchado. "Hasta hoy nunca había pedido un guión aquí. Nunca se sabe", dijo después de haber escuchado docenas de propuestas.

Garth Meyer, redactor publicitario que proponía una fábula contemporánea sobre la Navidad, escribió una propuesta que fue rechazada a la mañana temprano. Luego la retrabajó y consiguió el interés de una productora de Paramount a la que había conocido en otro festival anterior, pero con quien no había logrado continuar relacionado, porque ella se había marchado de su empresa.

"De todos modos, volví a encontrarla", dijo Meyer. La mujer y su nuevo asociado le pidieron el guión y lo contactaron con la empresa. "Dijo que creía que podrían vender la idea y hacerla para Navidad. Así es Hollywood", señaló Meyer, para quien el acceso irrestricto bien valía pagar los 395 dólares. "Y Hollywood parece respaldar la idea", precisó.

Festival alentador

De hecho, los agentes más jóvenes de William Morris, Endeavor, United Talento y Creative Artists son estimulados por sus superiores para que asistan al festival. También había representantes de Warner Brothers, HBO, Paramount y Lions Gate, de empresas productoras como Jinks/Cohen, DiBonaventura Pictures, Jerry Weintraub, Misher Films, y de empresas de actores como Leonardo DiCaprio, Taye Diggs y Adam Sandler.

A diferencia de sus rivales, Fade In no se preocupa por seleccionar a los participantes, así que se cumple la regla democrática de que entra primero el que llega primero. Esa política de puertas abiertas confiere al acontecimiento cierta atmósfera cándida y compasiva.

Sin embargo, todo puede resultar muy cruel. A las 6.30 de un sábado, 100 personas formaban fila ante el salón de fiestas del Hyatt Regency Century Plaza Hotel, esperando turno para la entrevista. Los nombres importantes ya estaban anotados antes de que muchos llegaran. Se veía desesperación en las caras de las personas que mascullaban y preparaban sus historias mientras esperaban que les llegara el turno.

En una suerte de taller instantáneo, un voluntario planteó su propuesta -un film de animación sobre un verdugo que hace el trabajo de los superhéroes- sólo para que sus compañeros le dijeran que no respondía a la pregunta más básica: "¿Qué ocurre?". Alguien le sugirió: "Cuenta una historia para antes de dormir, pero haz que se despierten y no que se vayan a la cama".

Al mediodía, si uno se daba una vuelta por el salón, se escuchaban retazos de conversación, un verdadero panorama de posibilidades e improbabilidades: "Criado por su abuelo", "Pasaron la noche juntos", "Fueron a un pueblo pequeño" o "Lo que ocurre es que enfermó de Alzheimer y...", "Es una especie de crimen sin víctima".

Y, justo antes de que suene la campana, una vez más resuena el "hay tiroteos, bombas que estallan y acaban matando a uno de ellos, que sale del banco". Del otro lado de la mesa, un hombre, acodado y sosteniéndose el mentón, permanece impávido.

David. M. Halbfinger
Traducción de Mirta Rosenberg
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