domingo, 7 de junio de 2009

Sistemas de ciencia ficción para controlar aeropuertos

En pocos años más, como resultado de la asombrosa revolución tecnológica que está en marcha en los aeropuertos, diminutos sensores instalados en la manga que atraviesan los pasajeros cuando salen del avión estudiarán el lenguaje corporal de cada uno de ellos para reconocer los gestos de tensión, que pueden delatar a un pasador de drogas, un futuro inmigrante ilegal, un terrorista o simplemente un turista que porta una enfermedad infecciosa grave.

Esos sistemas dignos de ciencia ficción son capaces de detectar no sólo el miedo o el estrés que se dibuja en los músculos faciales. También pueden medir la tasa de adrenalina en la transpiración, la temperatura corporal y hasta el idioma que hablan dos personas en medio de un aeropuerto saturado de voces. Todo, en menos de 8 segundos.

Si bien muchas de esa nuevas tecnologías están inspiradas en la búsqueda de una mayor seguridad, "la mayoría fueron pensadas para acelerar los gigantescos flujos de pasajeros que recibirán los aeropuertos en los próximos años", precisó esta semana el francés Jacques Barrot, comisario de Transporte de la Unión Europea, al justificar nuevas medidas comunitarias de seguridad en aviones y terminales.

Para adaptarse a la evolución del tráfico internacional, que pasará de 2000 a 5700 millones de pasajeros anuales en ocho años, pronto desaparecerán los pasajes, las tarjetas de embarque o los pasaportes en papel. También se implementará una impresionante panoplia de medidas electrónicas de identificación inmediata.

Para aliviar los controles de seguridad y el embarque, cada vez más aeropuertos recurren a los sistemas biométricos. En 2009, el 33% de los aeropuertos del mundo utilizarán esos sistemas para identificar a los pasajeros.

La biometría se basa en el principio de que cada persona es única y, en consecuencia, reconocible entre todas: manos, dedos, cara, iris, ADN o grupo sanguíneo son parámetros de la identidad. Según los especialistas, una de las tecnologías de vanguardia más precisas es la verificación del árbol alveolar de la mano. Es decir, de las venas.

"A tres o cuatro centímetros de la mano, el sensor siente el calor y registra el recorrido de la sangre. Después elabora un algoritmo único para cada persona", explica Jean Fiboul, experto francés de sistemas de seguridad.

Prevención sanitaria

Esos sistemas, capaces de medir la temperatura y los componentes de la transpiración, también serán utilizados con fines sanitarios. "Los sensores son capaces de identificar gente enferma. Una vez instalados a la salida de los aviones, permitirán a las autoridades de inmigración evitar el ingreso al país de portadores de virus que podrían desencadenar epidemias", agrega.

Esas no son las únicas tecnologías biométricas que se generalizarán en el futuro próximo. Una firma estadounidense acaba de patentar un sistema que permitirá recabar datos de un individuo a través de la radiografía de su esqueleto obtenida con una irradiación de microondas imperceptible. Esas informaciones serán transmitidas a un banco de datos destinado a la prevención del terrorismo.

Los grandes aeropuertos ya utilizan algunas de esas técnicas. En Manchester, uno de las más grandes de Gran Bretaña, funciona el Airport Human Recognition System : un sistema biométrico basado en el reconocimiento del iris que, por el momento, sólo se aplica al personal de la terminal.

A partir de abril, todos los pasajeros que embarquen en vuelos de cabotaje en los aeropuertos londinenses de Gatwick y de Heathrow deberán someterse al registro de sus huellas dactilares.

En otras terminales, como Francfort (Alemania), Schiphol (Holanda) y también Heathrow, existen sistemas de registro cruzado de huellas dactilares, del iris, la estructura de la cara y el pasaporte electrónico. Una vez que el sistema memorizó los datos de un pasajero, éste sólo necesita presentarse a la puerta de embarque y pasar luego al avión. Pero, por ahora, sólo se aplican con el acuerdo del pasajero.

En Estados Unidos y Canadá, varios aeropuertos utilizan el Face Recognition System , un sistema de reconocimiento facial que permite identificar a los pasajeros en tránsito, colocando cámaras en sitios estratégicos.

Muchos responsables aeroportuarios son partidarios de usar el ADN para crear bancos de información. "Probablemente se trate de la técnica más fácil de todas para instrumentar. En este caso, existen problemas éticos", advierte el francés Benoît Stern, especialista en investigaciones genéticas.

En el fondo, ése podría ser el verdadero problema: ¿en aras de la seguridad y la rapidez, los aeropuertos terminarán por convertirse en islotes tecnológicos donde el ser humano es sospechoso, espiado, escaneado y clasificado?

"Las autoridades aeroportuarias británicas afirman que los datos obtenidos a través de las huellas dactilares serán destruidos. Pero otros países harán lo contrario", señala el Gush Hosein, experto en el impacto de la tecnología sobre las libertades civiles en la London School of Economics. "Esto -concluye- alimentará los bancos de datos de los servicios de inteligencia y terminará haciendo sentir a la gente inocente como verdaderos criminales."

Luisa Corradini

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