lunes, 4 de mayo de 2009

Roberto Platé, el "señor del baño" que empujó el cierre del Di Tella

En 1968 construyó un falso baño que fue clausurado por la Policía de Onganía. Platé emigró a París donde se hizo escenógrafo y ahora repite la obra maldita.

El sociólogo inglés John King, en la última página de su (ahora reeditado) libro El Di Tella, hace la gran pregunta. "¿Tomó su gobierno medidas contra el Instituto Di Tella?". El ex dictador Onganía: "Que yo me acuerde, no". Un párrafo antes, recordaba que en ese lugar había un miembro pintado en una pared, y que se exhibían baños. "Bueno, la idiosincrasia argentina no está preparada para este tipo de cultura", justificaba. Por esa "insólita agresión para el público" (diario La Prensa, 21 de mayo de 1968), la muestra "Experiencias 68" fue clausurada y Baño Público, la instalación del artista argentino Roberto Platé, marcaba un punto de inflexión para el Di Tella. Simulaba ser un baño real ¿como los de bares y cines¿ con las siluetas de damas y caballeros en sus puertas, pero en el interior, la ausencia de los sanitarios confundía al espectador obligándolo a redefinir su condición sexual. En las paredes blancas de esos baños, acorde a la leyenda, dibujaron genitales y escribieron insultos contra Onganía. La obra fue clausurada por obscena. Como protesta, el resto de los artistas de la muestra Experiencias 68 arrojó sus obras a la calle y las destruyó. Se adelantaba el después, con el cierre definitivo de 1970 "por falta de presupuesto", según Torcuato Di Tella.

Tras el escándalo, Platé se radicó en París junto a otros artistas del Di Tella, y con el tiempo se hizo un lugar entre los mejo res escenográfos de ópera del mundo. Pero nunca abandonó la pintura y días atrás inauguró en la galería Wussmann (Venezuela 574) la muestra 1967-2007. Por sus 40 años de carrera, decidió exhibir el antes: los ascensores y las puertas de los baños (1967) y el después: óleos con objetos de su taller en París, caballetes, telas y pinturas.

¿Obtuvo un gran reconocimiento como escenográfo en todo el mundo, ¿Por qué volvió a hacer los baños?

¿Ahora los reivindico. Con mi trabajo de escenográfo gané independencia como pintor. Una especie de libertad que se fue dando nomás.

¿En Experiencias 68 usted venía de hacer los ascensores del Museo de Arte Moderno; la gente se confundía y se quedaba esperando, logrando la mezcla entre realidad y ficción a través del arte. En ese contexto, ¿Esperaba que la gente escribiera las paredes del baño?

¿Todo lo que pasó formaba parte del happening que hacíamos en esa época, incluso cuando vino la Policía y puso las cadenas lo tomamos de ese modo, como parte integral de la obra.

¿¿Eso respondía al plan de Jorge Romero Brest, de promover la muerte del arte?

¿Claro, pero él hablaba de la muerte de la pintura, y ésa era su forma de reivindicarla, como decir ¡el rey ha muerto, viva el rey! Además que las décadas posteriores le dieron la razón.

¿¿El día de la clausura entendieron, como se ve ahora en perspectiva, que se estaba terminando una era?

¿Sí, pero yo lo reivindico recién ahora, que ya pasaron cuarenta años, por eso no hago una retrospectiva.

¿¿Qué sintió cuando los otros artistas salieron a destruir sus obras como protesta ante la censura?

¿Yo en eso no participé, no se lo pedía a nadie, pero sin dudas fue un gesto de solidaridad para dejar en claro que estábamos todos en la misma historia.

¿¿Se sigue sintiendo un poco responsable por ese desenlace? ¿Al principio, los primeros años, lo sentía así, pero ahora ya no. También entendí que es algo que está conmigo de toda la vida; ya en la escuela, cuando pasaba algo raro me sentía el culpable. Pero duró poco, a los 15 días ya habíamos hecho las valijas y nos fuimos todos a Francia. Fue una suerte de intuición, porque ya se sentía el olor de lo que venía.

Matías Repar
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