lunes, 4 de mayo de 2009

Para dejar de sentirse extranjero eterno

Desde hace algunas semanas existe en esta ciudad un café para sordos, un lugar bastante particular donde los que no pueden oír, además de ser atendidos por personas con esa misma característica, tienen un espacio de encuentro social y cultural que también está abierto a todo tipo de gente.
El emprendimiento -del que hay un antecedente en París- es obra de una familia uruguaya afincada en España desde hace muchos años. "La idea se le ocurrió a mi padre, Germán, después de ver en un aeropuerto cómo una persona sorda no conseguía que lo atendieran ni podía hacerse entender; ahí se dio cuenta de que había un gran vacío, que no había ningún lugar donde las personas sordas pudieran ir a tomar una copa", cuenta Felipe Louro, sentado a una de las mesas del local del paseo Santa María de la Cabeza 75, a unas siete cuadras de la estación ferroviaria central de Atocha.

Sobre la superficie de madera de la mesa, un gran botón se enciende cuando es presionado: es una de las formas de llamar a los mozos, los que, como los encargados de la cocina y el bar, también pertenecen al colectivo sordo.

Y esto no es menor. "Buscamos que todas las personas que vengan puedan comunicarse sin ningún problema -continúa Felipe- y, al mismo tiempo, ofrecer muchos puestos de trabajo a gente que de otra forma nunca atendería al público. Sin embargo, no se trata sólo de trabajar toda la vida en un bar, sino que aquí socializan, conocen a sus amigos, a su novia, tienen una vida normal."

El Café de los Signos tiene un logotipo con dos manos que representa el gesto con que se pide, justamente, un café, pero no un cortito porteño, sino una mano simulando tener un pocillo y la otra como si revolviera con una cucharita.

El lugar es también café concert, con presentaciones de obras de teatro, de cuentistas y humoristas, y todos los espectáculos tienen traducción simultánea. En todo momento, además, se proyectan películas y series con subtitulado en español, algo que no es nada común en las salas de cine, donde las cintas están dobladas.

Reírse dos veces

Agrega Louro, con experiencia en el terreno de los cafés-teatros (como se llaman en España a los cafés con espectáculo) en Mallorca, que "todos los sábados a la tarde hay actividades de magia para chicos, títeres, cuentacuentos con una intérprete al lado, e incluso hemos traído un contador de chistes por signos acompañado por un intérprete que lo traduce al lenguaje oral, con lo que así el público puede reírse dos veces".

Contra lo que pueda imaginarse, el público no es exclusivamente sordo. Louro cuenta que "hay días que predominan, y al revés. Los grupos suelen ser mixtos porque éste en realidad es un lugar de integración, donde además vienen profesores y estudiantes de la lengua de señas para practicarla ya que el entorno lo favorece y los camareros lo entienden".

Y concluye con uno de los argumentos que justifican la existencia de este tipo de locales, que -con el correr de los meses- llegarán a distintas ciudades españolas dado que planea abrir otros: "Ser sordo es como ser extranjero constantemente, casi nadie habla el idioma propio. Si uno se entera de que hay un bar así, lo encuentra como un café de la propia patria. Aquí los sordos son mayoría, éste es su lugar, aquí dominan".

Luis Ini
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