lunes, 11 de mayo de 2009

Fabbing

De las computadoras personales a la fábrica personal: El Fabbing, el método emergente de producción doméstica de objetos tridimensionales, impulsado por instituciones científicas como el Massachusetts Institute of Technology y Cornell University, promete una revolución en la vida hogareña. Las empresas se preparan para la onda expansiva de las 3D Printers domésticas.

Aquellas escenas que Neal Stephenson relató en "La era del diamante: Manual ilustrado para jovencitas", una novela sobre el futuro de la nanotecnología en la que se habla de la "matter compiler" (compiladora de materia), dejaron de ser un delirio de la ciencia ficción o una posibilidad de prototipado rápido para grandes empresas: Ya es posible crear e imprimir objetos en tres dimensiones en casa.

Eso es el Fabbing. Un método producción doméstica de objetos, que utiliza programas de edición 3D y una impresora, pero que ya no imprime letras e imágenes sobre un papel plano, sino objetos de plástico, cerámica y metal, entre otros materiales.

Es una impresora conectada a su computadora que materializa información modelada en 3D. Si Usted tuviera una impresora de Fabbing, podría diseñar cualquier cosa ("almost anything", les gusta decir en el MIT), como un juguete por ejemplo, imprimirlo y regalárselo a su hijo.

Cómo es la impresora

Encontrar referencias en la web sobre el Fabbing no es nada sencillo. Hay poco y críptico, parcial y orientado a expertos. En castellano es aún más difícil. El libro que hay leer para entender cómo comenzó a gestarse esta revolución para el mundo de los átomos es “FAB: The Coming Revolution on Your Desktop. From Personal Computers to Personal Fabrication”, de Neil Gershenfeld, el director de The Center for Bits and Atoms del MIT.

Actualmente, dos comunidades globales están liderando los desarrollos del Fabbing, una llamada Fab@Home y otra RepRap. Algunas impresoras trabaja en base a sustracción de material y otras por agregado de capas.

Ambos proyectos están colaborando entre sí para perfeccionar la máquina, bajar aún más su actual costo de producción, que es de unos 300 euros (en el caso de RepRap, la más barata), y reducir el tiempo de impresión, ya que por ahora son lentas: imprimir una jarra de plástico puede llevar dos horas aproximadamente.

Otro de los objetivos alimenta aún más el mito del futuro cibernético: Están trabajando para garantizar que estas maquinas sean autorreplicables. Sí, autorreplicables: que una impresora pueda imprimir una impresora. Si bien aún no están a la venta, como se trata de proyectos abiertos, en Internet está toda la información disponible sobre cómo armarlas y comenzar a utilizarlas.

Grandes empresas utilizan este tipo de tecnología desde hace años como un método de prototipado rápido de productos en sus laboratorios de diseño. Pero esas 3D Printers, como la Zprinter 450 de Z Corporation, cuestan más de 30 mil euros.

La potencia del Fabbing, según los desarrolladores, radica en la masificación de esta tecnología. Para ellos, la penetración doméstica del Fabbing será un proceso tan revolucionario como la aparición de las primeras computadoras personales hogareñas. Por ello la incansable batalla para bajar los costos al máximo posible.

Todo indica que el Fabbing se encauzará en la corriente de trabajo colaborativo abierta por la Web. Ya es posible imaginar repositorios online de modelados 3D para todo tipo de objetos. Modelados básicos de múltiples diseños estarán en internet para ser descargados, modificados e impresos en las 3D Printers domésticas. En poco tiempo aparecerá el YouTube del Fabbing: ¿El YouFab?

Según los “fabbers”, en el futuro inmediato, aparecerán las primeras empresas que, además de vender sus productos en la web, ofrecerán modelados 3D para que sus clientes se los descarguen, personalicen e impriman. Todo en casa. Habrá tantos diseños de un producto como personas utilizando Fabbing. Y no sólo eso: especulan con que las impresoras también serán personalizables. Aventuran que las empresas venderán sus propias “desktop factories”, especializadas en imprimir sus productos: un par de zapatillas, relojes, routers, lámparas, en fin… lo que sea.

Así son las crónicas que se escriben desde el futuro y que vienen directo hacia nosotros.

Pablo Mancini
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